De vez en cuando me invitan a pronunciar conferencias en solitario o en compañía de otros ponentes. Recuerdo con especial cariño una en Vitoria (Caja Vital)arropada por tres colegas: uno de Madrid, uno de Bilbao y otro de la capital alavesa.
Yo estaba muy nerviosa, no quise pasearme por el escenario como recomiendan los gurus de la puesta en escena. Me quedé sentadita, formal, sin que pudiera verse el tembleque de mis piernas. Controlé la respiración como aprendí a hacerlo durante mis años de periodista televisiva y radiofónica, el tono, y los silencios...Y me dejé llevar por el bien entrenado guión (cuatro repeticiones completas en voz alta, en la habitación del hotel, minutos antes de la conferencia).
La sala estaba repleta de público y periodistas: ni una sola butaca en la que posar la mirada sin hallar un par de ojos expectantes, un par de oídos abiertos al descubrimiento del Coaching, el arte de mejorar la vida y los negocios. La megafonía probada, las luces bajas, el público callado y expectante...
¡¡Acción!! Comenzó mi amiga Inés, anfitriona y promotora del acto que aun un tanto dispersa consiguió caldear el ambiente a base de ternura. Después le tocó el turno a Fernando, más técnico en su desarrollo, con mejor movimiento coordinado sobre el escenario, buen power point y mejor traje. En tercer lugar llegó mi exposición.
No les aburriré con el trazado de mi conferencia. Tan sólo deseo hoy compartir la fórmula que encandiló a media sala con aplausos y petición de más. Ahí va:
Desempeño = Potencial - Ruido.
No parece gran cosa, soy consciente de ello y, sin embargo, nuestra vida puede mejorar muchísimo si detectamos qué es para nosotros el desempeño, cuál el potencial y, sobre todo, dónde se agazapa nuestro ruido. Por regla general entre las equivalencias conceptuales del desempeño encontramos las de éxito, logro, consecución y meta. Entre las traducciones ideológicas de potencial hallamos la inteligencia, las habilidades, los contactos, la formación y la experiencia. Y, por último, en el cajón de sastre del ruido suelen incluirse las creencias limitantes, los miedos, la pereza, la dispersión, la baja autoestima, el desánimo, la falta de conocimientos... Entonces resulta que la fórmula original se transforma en:
Éxito o logro de aquello que nos proponemos = nuestras capacidades, inteligencia, habilidades, formación...menos las ideas limitantes, actitud negativa, pereza, desidia... Pongamos por caso una inteligencia de 9 y una inseguridad de 6... el éxito que obtendremos será de 3, bajito, muy bajito para alguien tan bien dotado. Y, al revés, pongamos una inteligencia de 6 con una inseguridad de 1... obtendrá un logro de 5... muy superior al del primer caso.
¿Cuál será el atajo que nos aproxime más rápidamente al logro de nuestros objetivos? Les animo a ser interactivos, a opinar, a jugar... y otro día clarifico la respuesta ¿vale?
domingo, 27 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario