Hoy he pasado un rato de mi jornada analizando los perfiles de los alumnos: directivos-funcionarios, directivos de banca, jefes de recursos humanos, propietarios de pequeñas empresas, profesionales liberales y muchas mujeres (the woman power). Interesante.
Como saben, el Coaching es:
Claro que hay una sed infinita de Coaches en España, en Europa, y en el mundo, y que en épocas de turbulencia -como las actuales- campa el desconcierto y las empresas buscan por tierra mar y aire aquello que pueda resultar la panacea o el sucedáneo más cercano. Claro que hay necesidades por cubrir. Desde luego que existen modelos inspiradores como mi admirado Whitmore, como el desafiante Cardon, como el encantador Dilts. Desde luego que en España tenemos algunos tops del entrenamiento: Cubeiro, Germán de Nicolás, Viviane Launer... personas que llevan casi una década trabajando afanosamente en la gestión del cambio, de las personas... ¿del mundo? Son pocos, poquísimos: podemos contarlos con los dedos de dos manos y a su formación específica añaden una poderosa trayectoria en el mundo de la empresa, del liderazgo, los equipos, las personas... y una experiencia vital no exenta de disgustos, ruinas, separaciones, muertes y descalabros con los que la existencia nos forja en el marathon del vivir y del servir. Los buenos Coaches escasean y quien desee pertenecer al exclusivo club privado del cinco por ciento ha de muscular habilidades de todo tipo: paciencia, humildad, sabiduría, ser imbatible al desánimo, no aceptar un no por respuesta, ser genuino, único. ¿Cómo transmitir todo esto en unas horas mientras se enseñan bases teóricas, herramientas, dinámicas y metodologías? En esa dificultad radica la diversión. Una vez más corramos juntos el marathon, esta vez en Aragón. Rima en consonante ¡guay!
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