lunes, 1 de febrero de 2010

Empresario de raza

Diez minutos. Tengo diez minutos para compartir con ustedes un plif plof super alegre... ¿Me dejan? Un cliente de treinta años al que llamaremos Igor está pisando el acelerador de su empresa. Posee la mitad de un negocio centrado en el sector de la enseñanza con varias sedes en otras tantas capitales españolas. Desde hace tres meses trabajamos intensamente en pulir todos aquellos aspectos que le están transformando de un experto en su sector y emprendedor bienintencionado volcado en el combate, en un empresario vip con los pies en la tierra sin perder un ápice de su pujanza.
Ocho minutos... Igor está leyendo al señor Covey después del Gimnasio, dos días a la semana. Ambos logros (lectura de Covey y Gym) se deben a las sesiones iniciales de Coaching en las que se propuso mejorar su conocimiento intelectual del management y los Siete hábitos de las personas altamente efectivas y su puesta a punto física... ¿Coincidencia en muscular a un tiempo mente y cuerpo? Nooooo... en ambos casos se trata de entrenar. Hoy me ha confesado su entusiasmo por los cuadrantes temporales de Covey, ya saben: lo urgente, lo importante... Cuando se marcó el objetivo de cincuenta ventas mensuales le pareció ambicioso, muy rentable y dificilmente alcanzable. Hoy estamos por encima de las sesenta y avanzando, je je... Lo mejor del Coaching es que con frecuencia deja atrás las propias expectativas ¡¡incrementándolas!!

Cinco minutos para compartir con ustedes mi contento plif plof por las mejoras increíbles de Igor y la gestión de su empresa. Con un año de existencia, una plantilla de quince trabajadores y creciendo... es un experimento apasionante para ambos. ¡Claro que sudamos, claro que a veces todo no sale a la primera, claro que vamos ajustando objetivos pegandonos al terreno...! Lo cierto es que palmo a palmo, resumen de libro a resumen de libro, sesión a sesión, email a email... Igor avanza imparable hacia la mejor versión de sí mismo. Con humor, con cautela, asentando logros, atisbando riesgos ... Va deprisa, se considera un tiburón. Yo lo siento como un crack.

Cero minutos. Finito. Otro día les cuento más. ¡¡Brinden conmigo por este empresario de raza!!

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