Alguna vez -cuando me pierdo en el bosque de Oma- imagino que soy un duende de nombre Dream Maker: hacedora de sueños propios y ajenos. Irreverente e ingénua desafío las leyes de lo realizable mientras me escondo, huyo y juego con los duendes grises del bosque quienes -al igual que los personajes de Momo- matan los colores de los árboles que un día pintó Ibarrola.
Dream Maker y de fantasías que fueron semilla germinal en el corazón de alguna persona que tuvo el coraje de plantarlas y que tras mimo, fe, riego, paciencia, abono y cuidado crecieron altooo-altooo como los árboles convirtiéndose en realidades observables al ojo atento que captura.
De lo intangible -el sueño- a lo tangible -el árbol, el proyecto, el negocio, la casa, la pareja-. Fantasías animadas y en tecnicolor en el bosque de Oma mientras Agustín -ajeno a las modas e indumentarias sociales- hace girar sus neuronas bajo la boina negra y calada que le caracteriza, llena de polvo, a ratos...
Es una pena que el dominio esté registrado: Dream Maker, la Hacedora de Sueños ¡cuánto me gusta esa idea! casi tanto como esa otra de los sabios místicos griegos para quienes la principal función de un filósofo era (y acaso aún siga siéndo) la de mirar hacia el futuro y sembrar esperanza. Lo llamaban metanoia.
1 comentario:
Que bonito Azu, Dream maker!, espero que nosotros tb te estemos ayudando a lograr el tuyo como tu nos ayudas con el nuestro...
Creo que podríamos vivir sin muchas cosas, pero nunca sin esperanza...
A un gran amigo mío filósofo, teólogo e ingeniero (Se llama Jon Sobrino, quizás a alguno os suene)le oigo decir: "nos podrán quitar todo, pero nunca la esperanza"...
que certero!
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