Un torpedo en la línea de flotación de la clase vip del País Vasco ayer concentrada en la sede de Euskal Irrati Telebista, ETB (canal autonómico) para escuchar a Rafael Echeverría. El nivel de los participantes se puede medir de variadas maneras. Elijamos una... la cantidad de aromas carísimos por metro cuadrado que uno puede percibir. Otro "indicador" -si queremos utilizar la jerga de estos saraos- sería los bolsos de las señoras: todos pielísimos, grandes y por alguna razón que desconozco abiertos de par en par en cuanto los posan en algún lugar dejando a la vista los móviles, la I-Phone, el tabaco rubio, los manojos de llaves propias del mismísimo San Pedro en hora punta... En fin, ayer había mucho de todo ello y más. El caso es que el anciano Echeverría -dicho sea con todo el respeto que se ganó y como mera información biográfica- soltó un poderoso torpedo de cuatro horas en la línea de flotación de la clase vip hiperconcentrada (como un buen caldo) en la Sala Multibox de ETB. Es divertida la vida, si se contempla con ojos atentos. Multibox, je je. Sigamos juntos... les cuento.
Sobre el contenido de la ¿conferencia? ¿workshop? ¿arenga? ¿reflexión en voz alta? de cuatro horas largas publicaré un sesudo reportaje en la revista Coaching Magazine que dirige mi amigo Leonardo Ravier. Aquí quisiera tan solo transmitir un poco del impacto que este "gurú" del llamado Coaching Ontológico dejó en mí.
Para los neófitos, vaya por delante una pincelada de contexto. Echeverría es uno de los grandes referentes internacionales, una de esas personas que tras veinte, treinta, cuarenta o más años centrado en la investigación y ejecución de metodologías vinculadas a la evolución humana es capaz de presentar algunas conclusiones acaso revolucionarias y ¡seguro! personalísimas para quien esté en disposición de "digerir" semejante engrudo.
Entiéndanme, no es que lo que comparte no sea hiper-valioso, no es que no sea serio, no es que no esté contrastado... sino que el resto de los mortales nos encontramos de repente ante una síntesis cuya cocción ha tardado en alcanzar su punto de ebullición esos veinte, treinta, cuarenta o más años y ¡claro! no es del todo realista esperar que podamos subirnos a esa enorme ola sin anestesia o, al menos, sin la interiorización de algunos conceptos esenciales y básicos que Echeverría maneja con la soltura propia de quien ha olvidado el abc, los rudimentos iniciáticos imprescindibles, para "seguirle" en su discurso.
Mi también amiga Arantza diría "exceso de conceptualización" y -ciertamente- aun siendo adicta a la lectura, cursillista profesional, asidua a las universidades como ponente y alumna, ayer tuve que alinear todas mis neuronas en fila india para seguir con cierta cordura a este chileno torrencial en su discurso y gran caminante de tarimas (hizo unas... quinientas vueltas de izquierda a derecha y vuelta por el escenario de la multibox).
Como entre mis valores cuasi-irrenunciales se encuentra la justicia, atenderé a su llamado compartiendo con ustedes alguna de las ideas "peculiares" que lanzó a los presentes. Cuando un Jefe, un directivo, un empresario o un líder, se pone en manos de un Coach Profesional ha de saber -según Echeverría- que del total de su energía-tiempo conviene destinar un 50% a transformarse a sí mismo; un 25% a gerenciar a su propio jefe; un 20% a cuidar relaciones de pares, dentro y fuera de la empresa: instituciones, clientes, políticos, competencia... y lo que queda (un 5%) a entrenar a sus subordinados con el estilo que el chileno considera recomendable: el estilo Coach.
Otra de las ideas que nos quedó a todos nítida en la retina fue el hecho de que no conviene liderar las organizaciones (empresariales, políticas, sociales...) con el estilo Gerente-Capataz (ordeno y mando) propio de la época de Taylor cuando predominaba el trabajador manual, sino hacerlo más acompasados con los tiempos que nos han tocado vivir (digamos el siglo XXI, la sociedad del conocimiento) y practicar el estilo Gerente-Coach, alguien que dedica tiempo-esfuerzo-dinero-acaso algo de sufrimiento- a la mejora de sí mismo y al desarrollo de los demás esté donde esté en la pirámide productiva.
Bueno... y por demás citó mucho a las Universidades de Oxford, Cambridge, Harvard... a Sócrates, a Parménides, Los Evangeli0s escritos -dijo- originalmente en griego, Peter Senge, Druker, Dee Hock, Marcial Losada, Fernando Flores, Jim Collins, Chris Argyris... y un tal M.Cordovero quien afirmó: "... El secreto del escuchar sublime es saber escuchar EL BIEN (en el otro, of course, querido darling)...". En otro post desarrollaré "la escucha" (como competencia profesional clave) tema en el que Echeverría ofreció -ciertamente- una clase magistral. Merece la pena repetirlo: El secreto del escuchar sublime es saber escuchar el bien. Con eso me quedo hoy para practicar en mi vida y en mi trabajo.
1 comentario:
y yo, que no soy fan del Coaching Ontológico,pero que intento seguir con atención la Escuela de Newfield tengo que deciros que la "Escucha Sublime" funciona de verdad, yo lo he experimentado en carne propia y es efectivo... suslojuro, oigan
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