miércoles, 21 de julio de 2010

Paquidermos

Mi padre solía utilizar una expresión curiosa referida a algunas personas insensibles y/o egoístas en extremo. Sin acidez, amargura ni desprecio, decía "piel de paquidermo" como una descripción de algunos individuos con una epidermis psicológica tan gruesa que imposibilita el tránsito de la conexión fuera/dentro, del exterior al interior, de los otros a uno. Ni las balas -el dolor, la queja, la bondad o la risa- pueden alcanzarles. Paquidermos de la humanidad, ya saben, piel gruesa, gran tamaño y elevado peso: elefantes, hipopótamos y rinocerontes.

Buen lector y hombre culto, no oyó nunca hablar de las células espejo con las que hoy estamos familiarizados: neuronas que propician la empatía, la conexión con el otro, con lo que dice y lo que calla, con lo que le motiva o le preocupa. Tristemente encontró muchos paquidermos en su entorno familiar y laboral, y ese hecho (tal vez) tuvo algo que ver con su muerte prematura. No lo sé, y tampoco viene al caso, la verdad.

He recordado hoy su expresión mientras avanzada en paralelo al mar por por Miraconcha (San Sebastián) en bicicleta y conectaba con un bellísimo atardecer violeta-anaranjado propio de una película de Woody Allen. Al ritmo del pedaleo, trazaba en mi mente la hipótesis de la conveniencia de que todos manejásemos con soltura el "lenguaje de los signos" entendiendo por ello no lo que podemos encontrar en la wikipedia (lenguaje específico para comunicarse con personas sordas) sino la sensible interpretación de nuestro entorno.

Conocí a una mujer que se especializó en el "lenguaje de los signos" para poder comunicarse con su hermano sordo, un adulto semi-aislado en su hermoso caserío vasco entre montañas rodeado de tierra, huerta y animales. Con esfuerzo llegó a dominar el lenguaje alternativo y lo hizo por amor, amor al otro, en este caso su hermano. Me he acordado de ella y me ha inspirado para sustituir la expresión "piel de paquidermo" por la de "lenguaje de los signos". Si bien ambas aluden a lo mismo: trazar un puente, un hilo comunicacional-relacional con los demás, uno lo hace en negativo (lo que no se da) y el otro en positivo (lo que es posible).

Me quedo con el "lenguaje de los signos", la interpretación sensible del entorno sean árboles, ríos, cielos, mares, animales, plantas o personas ¡¡ay personas!! Personas. Seguramente además de sensibilidad hace falta consciencia propia y ajena, escucha no sólo con oído sino con neuronas espejo, respeto a la sacralidad del ser, del otro, en su unicidad, en su diferencia, en sus virtudes y defectos. Compleja cuestión y... hermosa ¿no les parece? "Lenguaje de los signos" para descodificar el entorno con una visión sensible y global.


Creo que a él le hubiese gustado este post ;-D

2 comentarios:

P.R. dijo...

No te haces ni idea de lo orgulloso que se hubiera sentido.

Anónimo dijo...

Muy emotivo el post, Azucena.
Tengo la sensación de que vivimos conectados emocionalmente a nuestros padres...desde que nacemos hasta que morimos...¿ no te parece ?

Un abrazo,

A.