miércoles, 9 de febrero de 2011

Cazamariposas

Soy Atenea, la hija del padre, según mi amiga Shinoda Bolen -analista junguiana de prestigio internacional-. Esta mañana mi padre y yo hemos salido a "cazar mariposas" que es lo que decimos cuando vamos a caminar descalzos a orillas del Cantábrico. Apenas el día despunta, nos lavamos la cara, desayunamos con deleite y nos lanzamos a la playa que está a tres minutos de casa. Llamamos "cazar mariposas" -vean la foto en el Picassa- a crear proyectos dejando vagar la imaginación, volteando simultáneas sinápsis que casi siempre acaban en risotadas y -si tienen alguna utilidad práctica- en un cuaderno negro de hojas cuadriculadas que llevamos para anotar. No sé si les he dicho que mi padre está muerto desde hace... algo más de veinte años, detalle para mí sin importancia porque en verdad él siempre va conmigo, sobre todo cuando juego a coger mariposas creativas al vuelo.

La de hoy ha sido una jornada gloriosa porque el sol acompañaba desde primera hora con unos rayos dulces que invitaban a la esperanza de capturar casi cualquier sueño en tránsito hacia la realidad. Y aunque el recreo apenas ha durado una hora, he podido sentir como el calorcito primaveral sonrosaba mis mejillas al ritmo lento de la marea. Por un momento se han cruzado en mi camino algunos nubarrones de preocupación y me ha dado una punzada en el pecho. Recuerdo que mi padre -siendo yo casi una niña- decía que "le dolía el alma" a lo que yo ¡pura ingenuidad entonces! le contestaba que el alma no puede doler porque es inmaterial. Hoy sé que renunciar a un sueño provoca un dolor en el alma similar a una cuchillada en la aorta, y que ese dolor terminó con mi padre en media hora por infarto.

La brisa se ha llevado lejos los nubarrones camino de otra nostalgia, quizá de otra Atenea hija de otro padre e igualmente cazadora de sueños en tránsito hacia realidad. Qué curioso, esta mañana encuentro gran similitud entre el proceso creativo -que se vincula a los artistas- y el proceso de entrenamiento en el que trabajo en la última década. Todo comienza con un sueño al que se le da permiso para colarse en el cazamariposas de la realidad. Después todo es fácil, si lo dejas ir y aceptas lo que traiga la marea. No es resignación, sino desapego.

El juego ha terminado: me quito las playeras, sacudo la arena en la bañera, caen los granos diminutos y ¡de repente! alza el vuelo una mariposa que parece sonreír. Otro milagro de la vida.

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