-Me alegro de volver a verte- dijo. Ella se limitó a seguir su camino, como si no hubiese oído el reproche en do menor. En aparente armonía avanzaron juntos durante casi media hora. Al alcanzar su destino se repitió el mismo tono lastimero: -Me alegra que hayas vuelto. Anoche, en la plaza, cayó escarcha y temí ser asaltada por los transeúntes ebrios de emociones fuertes ¡ya me robaron una vez! ¿te acuerdas? Por favor, no vuelvas a dejarme a la intemperie- suplicó la bicicleta. Ella no contestó, e impertérrita continuó con sus quehaceres.
En septiembre de 2013 ofreceré una conferencia en la remodelada Biblioteca Central de Bilbao (Vizcaya) cuyo ascensor exterior de cristal me fascina, aunque esa no es la única razón por la que he aceptado la propuesta.
El caso es que esta mañana los organizadores me han pedido un título "aunque sea provisional" para posicionarla en sus agendas on y off line. Ante la premura, y dado que acababa de escribir un correo electrónico a un grupo de alumnos anunciando que el eje central de nuestro encuentro de febrero será el amor por el oficio de entrenador, casi sin pensar le he dicho a Ixone: "... Bueno... de manera provisional... creo que podemos titular la conferencia Amor por el Oficio". Le ha parecido estupendo, y nos hemos despedido. Más tarde me he enfadado un poco con el duende que llevo dentro: toma decisiones por mi, me compromete y se ríe. Después soy yo la que tengo que ponerme a construir la conferencia, el libro, el manual o lo que fuere. ¡Es un irreverente que casi siempre me gana la partida!
El caso es que esta mañana los organizadores me han pedido un título "aunque sea provisional" para posicionarla en sus agendas on y off line. Ante la premura, y dado que acababa de escribir un correo electrónico a un grupo de alumnos anunciando que el eje central de nuestro encuentro de febrero será el amor por el oficio de entrenador, casi sin pensar le he dicho a Ixone: "... Bueno... de manera provisional... creo que podemos titular la conferencia Amor por el Oficio". Le ha parecido estupendo, y nos hemos despedido. Más tarde me he enfadado un poco con el duende que llevo dentro: toma decisiones por mi, me compromete y se ríe. Después soy yo la que tengo que ponerme a construir la conferencia, el libro, el manual o lo que fuere. ¡Es un irreverente que casi siempre me gana la partida!
Vivo para mi oficio y aunque practico una actividad meticulosa, cambio su nomenclatura más que Hacienda los epígrafes del IAE. Muchísimo. Entreno -ya se sabe-, acompaño a las personas-equipos-organizaciones en procesos de cambio y mejora, acaso en momentos de re-invención, expansión ¡combustión! glub el duende está hiper-activo.
Vivo para mi oficio y respiro por las branquias del cerebro, absorbiendo conocimiento: ecléctico, variopinto, internacional, galáctico, y casi siempre fronterizo con el más allá que -como se intuye- sostiene el más acá. ¿Pizca de espiritualidad? Elegancia en el vivir, reforzada esta semana con la lectura de Dag Hammarskjöld, segundo secretario de Naciones Unidas, sueco, luterano, Premio Nobel de la Paz 1961, y autor de Marcas en el Camino, diario-biografía en clave poética que sacude a quien lo lee hasta la médula.
Vivo para mi oficio y respiro por las branquias del cerebro, absorbiendo conocimiento: ecléctico, variopinto, internacional, galáctico, y casi siempre fronterizo con el más allá que -como se intuye- sostiene el más acá. ¿Pizca de espiritualidad? Elegancia en el vivir, reforzada esta semana con la lectura de Dag Hammarskjöld, segundo secretario de Naciones Unidas, sueco, luterano, Premio Nobel de la Paz 1961, y autor de Marcas en el Camino, diario-biografía en clave poética que sacude a quien lo lee hasta la médula.
Por amor a mi oficio duermo, como, y me estiro con la pinza, el gato, el arado (posturas de yoga) y buceo en el Cantábrico -incluso en invierno- a doce grados: sin una energía casi arrolladora es imposible ejercer este trabajo. Y escribo por los poros, hasta que me desangro en absoluta desnudez como en un quirófano a corazón abierto. A ratos temo que mi identidad se disuelva en el cliente cuando un tsunami le azota y juntos nos amarramos al mástil de la complicidad y la cordura. Por amor a mi oficio a veces me olvido de planificar viajes o vacaciones porque todo lo que necesito ya está conmigo cada mañana... y ¡hasta olvido en la plaza a mi bicicleta! que amanece húmeda con escarcha como lágrimas que a ratos resbalan por mis mejillas en agradecimiento por estar viva, hallar un sentido a lo que hago, y sentir felicidad -o un sucedáneo que se le parece mucho-.
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