sábado, 21 de marzo de 2015

El incuestionable poder de la actitud


La vida como espectáculo es una opción existencial sabiendo que somos protagonistas y espectadores en funciones de mañana, tarde y noche ¡un continuo agotador! 

Como en un circo las escenas se suceden y el laberinto da paso al juego de espejos que como el retrovisor del coche de Beckham devuelve una imagen que con el tiempo se convierte en autoimagen y configura las certezas sobre nosotros mismos y lo que somos (o no) capaces de alcanzar.  

De modo inocente construimos las creencias que nos llevan al cielo o al infierno en estado semi inconsciente de vigilia como títeres de un guiñol que alguien debe manejar. ?!




Afirma el ex-futbolista inglés que está rodeado de personas que han triunfado en los negocios y que le guían en sus apuestas económicas. El icono de masculinidad contemporánea se mira en ojos y espejos cuyos marcos de lentejuelas aseguran un retrato selecto de las mejores cualidades del mito haciendo desaparecer los defectos por arte de birlibirloque. Pero no olvidemos que habitamos un circo y que los protagonistas principales y los bufones se ven sometidos al mismo polvo de estrellas cuando cae el telón. 

Ahora bien, tener modelos referenciales exitosos cerca resulta inspirador y es el atajo al triunfo siempre que uno sepa defender la propia identidad: las bellezas acaban rodeadas de belleza; los hombres ricos reproducen el dinero con la promiscuidad que copulan los conejos; los artistas copian; los escritores inspiran y los mortales -el noventa por cien de la población- se arrastran por las celdas subterráneas de los hormigueros urbanos. Pero no todo está perdido ¡hay esperanza! de hecho, hay hasta un Museo de la Inocencia.




El premio Nobel de Literatura de 2006, Orhan Pamuk, ha dado vida en Estambul al Museo de la Inocencia en el que se muestran miles de objetos que marcan su imaginario y trayectoria: fotografías y dibujos de escritores, músicos, artistas, libros, relojes, juguetes, esculturas y llaves para abrir la puerta del futuro.




Querámoslo o no somos parte de un todo mayor que nos abarca. Nos guste o no representamos una mota de polvo en la nebulosa del destino. Pareciese que un dios pagano nos hubiera lanzado cuan flecha hacia una diana-destino que desconocemos y que nuestro margen de maniobra se limita a la búsqueda de inspiración a través de lugares, acontecimientos y personas que nos atraviesan con su belleza-riqueza-arte-modales-sabiduría o con su fealdad-pobreza-vulgaridad e ignorancia y claro ¡no es lo mismo!

Preparo con primor dos clases (sobre liderazgo y equipos) para un máster que se desarrolla en la sede de la Asociación para el Progreso de la Dirección APD de la capital vizcaína organizado por BBTS -Bilbao Business Trainning School- y me afano por encontrar modelos teóricos y prácticos que provoquen momentos disruptivos en el alumnado: experiencias-cumbre de descubrimiento que propicien el retorno a la inocencia, al "creer para crear" nuevas realidades, al "juego interior" al poder de la actitud que determina en buena parte el éxito o fracaso mundano. Claves-Llaves que doten al alumnado (directores, gerentes, emprendedores) de conocimiento para alcanzar el futuro deseado convirtiéndose en modelos referenciales sin olvidar que siempre existe una mimética resonancia entre el líder y su equipo y que por mucho que se quiera rechazar esta evidencia es como si el eco renegase del grito o Beckham de la imagen que le devuelve el espejo retrovisor. Continuará.



2 comentarios:

Jorge dijo...

Acabo de dar con este post, Azucena , y al hacer referencia al arco y al arquero, he recordado las palabras del escritor Khalil Gibrán en "El profeta" sobre los hijos:

http://lioyenredo.blogspot.com.es/2013/04/khalil-gibran-sobre-los-hijos.html?m=1

Como digo yo, somos arqueros pero no dueños de las flechas una vez lanzadas. Quizás tan sólo somos testigos de una larga carrera por los siglos en los que los mayores pasan el testigo en forma de tea a los pequeños, y así, generación tras generación, pasamos lo único que quedó en la caja de pandora para iluminar fugazmente con esa tea encendida, la esperanza, nuestra vida en pleno caos.

H dijo...

Hermoso lo que has escrito, Jorge.

H