miércoles, 21 de diciembre de 2016

Escena de Navidad. Microrrelato.



Es miércoles día 21 y consigo estar en el despacho a las 7.00 de la mañana porque tengo una montañita de tareas pendientes que  voy tachando de mi parrilla de planificación según las realizo. 

Piso el invisible acelerador neuronal y -en la primera hora- contesto más de treinta correos electrónicos estrictamente profesionales; después diseño un proceso de entrenamiento para un equipo grande, cierro los números de un año que ha sido bonito, lleno la papelera de recortes de prensa económica que ya no usaré y ¡de repente! (hacia las 10.30) me acuerdo de que es Santo Tomás (una de las fiestas populares que más me gusta) así que salgo disparada del despacho y en dos minutos alcanzo la Plaza de Guipúzcoa (en el centro de San Sebastián) donde los puestos callejeros me transportan a otro tiempo: cestería, artesanía y... ¡gastronomía tradicional! 






Hago cola en uno de los puestos, pago cuatro euros por un rico talo (pan de maíz) con chistorra frita que aprieto para no mancharme de grasilla... ¡Grande Santo Tomás! Después vuelvo al despacho y sigo ¡pedaleando! para poder disfrutar de un par de días libres en familia.




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