domingo, 24 de septiembre de 2017

Cuando trabajar es amar y servir



Hace días que no escribo. Hace días que no escribo en el blog, lo que significa que apenas  respiro ante la avalancha de proyectos que trae el otoño con una velocidad-intensidad propia del tren bala japones. Y me acuerdo de un libro (basado en una historia real) titulado: El japonés que estrelló el tren para ganar tiempo, y se dispara mi sistema de alarma (porque no quiero estrellar ningún proyecto) y me pongo en marcha hacia el monte -templo reparador- donde supero los diez mil pasos que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) para mantenerse sano y en forma.

De hecho, multiplico por cuatro los pasos hacia la cordura y me adentro en el bosque donde la mitad del tiempo piso musgo y el resto piedra, hojarasca y barro; y donde las ramas bajas del hayedo se enredan en mis canas y juegan con los pensamientos de una semana bella en la que he necesitado movilizar todo mi conocimiento y experiencia al servicio de las organizaciones cuyas necesidades y expectativas me afano en completar.

Retomo el paso y el pulso del blog -este lugar en el que comparto con ustedes el devenir de mi oficio- para escribir una reflexión poco cool: en el trabajo con personas lo que funciona es el amor entendido como servicio al Todo: la sociedad en la que vives, la organización que te contrata, los profesionales que entrenas y tú mismo, depositario de un cierto conocimiento que se vuelca en los desafíos que cada organización tiene en un momento de su historia.




Tiene gracia que me atreva a escribir esto con mi perfil pudoroso y racional... El amor entendido como servicio que doblega el ego y sus demandas para compartir atajos descubiertos durante cuarenta años de vida laboral. Atajos para no perderse en los desvíos de la inercia, el desconocimiento, las ideas limitantes, la pereza, el desánimo, la frustración y otras alimañas que acechan en los rincones de todas las empresas y sectores.

Si analizo reflexivamente mi actividad durante la última semana concluyo que lo más valioso de mi oficio es el lugar interior desde el que trabajo: una profunda creencia en el ser humano, un sagrado respeto ante el dolor ajeno, una fe rotunda en la capacidad de mejora de cualquier profesional, una certeza casi naif en la inocencia de aquel niño que fuimos y pervive en nosotros a pesar de la traición, decepciones, desgaste, incomprensión, falta de reconocimiento, coyunturas y contextos.

Igual que la vibración sonora de la cuerda de un violín reverbera en la de cualquier otro instrumento presente en la sala, las personas -directores generales, informáticos, consultores, encargados ingenieros, obreros, comerciales y financieros- vibramos con quien muestra su vulnerabilidad, esa cuerda-hilo-luz-estrella que nos hace humanos. Las neuronas espejo saben. La inteligencia social sabe. La intuición sabe. Y lo demás -el contenido, las soluciones, la experiencia y los atajos- son hojarasca útil como la que hoy he pisado ¡tan a gusto! durante más de cuarenta mil pasos. Sorprendente. Sorprendente para mí. ¿Qué les parece?




Resonancias:

  • Batalla Privada concepto de Stephen Covey.
  • Juego Interior (Inner Game) concepto de John Whitmore.
  • El "lugar" desde el que trabajas, concepto de Otto Scharmer.
  • Vulnerabilidad en el trabajo, concepto de Brené Brown.
  • ¿Eficiencia a cualquier precio? concepto de Gabriel Ginebra.

2 comentarios:

Alberto dijo...

Es posible que esté equivocado Azucena porque siempre me lio con los libros y autores pero creo que "el juego interior""es de Timothy Gallwey. Un abrazo.

Azucena Vega Amuchástegui dijo...


Timothy Gallwey y John Whitmore fueron socios muchos años -además de amigos y atletas de élite- y ambos gestaron la filosofía y el concepto del "inner game" que es el comienzo del coaching contemporáneo. Cuando tuve el honor de ser formada-entrenada por John (fallecido hace un par de meses) era la mismísima representación de ese poderoso concepto ¡el juego interior! o el poder de la actitud. Por lo que se refiere al libro homólogo, sí, es como dices,Alberto, el autor del texto es Timothy. Un abrazo desde San Sebastián y muchas gracias por asomarte al blog y por el comentario. Gracias.