sábado, 2 de septiembre de 2017

El cambio se produce... ¡si lo provocas!



Las buenas historias incluyen una introducción, un nudo y un desenlace ¡como la vida misma! y al igual que ésta en algún momento surge un ¡de repente!

Un "de repente" para el que el escritor ha preparado al lector con una trama propicia. En la vida, sin embargo, no siempre estamos preparados para un "de repente" no buscado -tal vez no deseado- que nos confronta con un cambio adaptativo a la nueva realidad. En eso se diferencian la literatura y la vida porque si bien el escritor nos conduce de la mano hacia el precipicio de su imaginación, la vida no alerta con semejante precisión, así que el "de repente" nos pilla a contrapié.






Esta semana he aprendido mucho de Ángel Gabilondo, catedrático de metafísica en la Universidad Autónoma de Madrid -de la que también fue rector-, y ex-ministro de Educación en los años 2009 al 2011. He aprendido que en griego el adverbio "de repente" se expresa como exaphnés y que aparece con frecuencia en textos religiosos y laicos de todos los tiempos.

¿Qué importancia tiene el "de repente"? Mucha, a decir de Gabilondo, quien está persuadido de que para que las cosas ocurran ¡hay que propiciarlas! porque no se adelgaza leyendo libros de gimnasia ni se engorda leyendo libros de cocina... El "de repente" ocurre cuando te pones en marcha y saltas a la acción para transformar la realidad ¡y cambiarla!




La inercia -afirma el catedrático- es el gran enemigo del cambio, por eso hay que vivir cada jornada con la intensidad de la eternidad y recoger la luz del sol con las manos, mientras caminamos hacia el horizonte sabiendo que cuando te acercas ¡se aleja!".

Quienes deseen profundizar en el pensamiento de este vasco universal pueden asomarse a sus libros, a su blog, o al resumen de la ponencia ofrecida en la Universidad del País Vasco: Sinopsis.


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