martes, 19 de septiembre de 2017

Elevar la visión porque el límite... ¡es el cielo!



Tengo una semana enloquecedora en la que bien pudiera colgar el cartelito de "out of the office", si no fuera porque "mi oficina" está en cualquier lugar donde haya personas con inquietudes y cierto entusiasmo por la mejora permanente.

Más que "fuera de la oficina" el cartel pudiera decir "fuera de mi zona de confort", si es que alguna vez la comodidad estuviera presente en mi día a día de los últimos... ¿cuarenta años?

Bueno, lo diré de una manera simple: estoy muy atareada en proyectos que textualmente llegan caídos del cielo a través de empresas con las que vengo colaborando desde hace años y persisten sin que yo nunca entienda por qué lo hacen.

Un encargo, dos jornadas, diecisiete profesionales, veinte horas de convivencia e inmersión en el cambio cuya pretensión última es elevar la visión de los profesionales que -siendo grandes expertos y trabajadores comprometidos- se pierden (un poco) en la trazabilidad los proyectos lo que en ocasiones implica pérdida de eficacia, eficiencia y rentabilidad.

Protejo a mi cliente y sólo muestro algunos detalles del aula que cobijará nuestra "reflexión para la acción" en un entorno que inspira ya que es un auténtico canto a la belleza y a la vida.





Parece la preparación de un banquete ¡y lo es! aunque la invitación es a compartir conocimiento, experiencia, percepciones, discrepancias, valores e ideas que nos permitan profundizar en los aspectos que lastran a estos profesionales -genuinos expertos en su oficio- descubriendo las áreas de  mejora y diseñando un enérgico plan de acción. ¿Cómo lo haremos?  Apelando al poderoso y bien formado hemisferio izquierdo de los adultos que son, y al chispeante hemisferio derecho habitado por el niño que -como dijo Antoine de Saint Exupéry- todos llevamos dentro...






Juegos, dinámicas disruptivas, actividades por parejas, tríos y en plenario que se recogen en planes de acción diseñados entre todos "on time" que se llevan a la fábrica para su inmediata aplicación. 

Un encargo, dos jornadas, diecisiete profesionales, veinte horas de convivencia y un inmenso agradecimiento a la vida que me permite el ejercicio de mi vocación al servicio de las personas en las organizaciones productivas. La magia comienza mañana muy temprano y -aunque ya lo he hecho muchas veces- tengo mariposas en el estómago y la ilusión que siente una niña ante un helado de mandarina. 



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