Esta mañana he trabajado con un Ceo en el Parque Científico y Tecnológico de Miramón (San Sebastián, Guipúzcoa). Me otorga la confianza de que le proponga para el 2020 el proceso de desarrollo que considere conveniente para su comité de dirección. Esa responsabilidad le corresponde, je je... así que le he informado de que tenemos tres opciones: formar, entrenar o acompañar. Lógicamente ha querido conocer la diferencia.
Apenas teníamos cinco minutos antes de que se conectara a una call con Bruselas, así que he tenido que sintetizar mucho. Las diferencias consisten en el objetivo que se persiga, en el nivel de participación que se quiera otorgar a los asistentes (y al consultor), en la proporcionalidad entre teoría y práctica en aula y -finalmente- en el contenido (temario) de los encuentros.
Formación: el objetivo es incrementar el conocimiento, baja participación de los asistentes y alta del consultor, 80% teoría y 20% práctica en aula. Temario diseñado de antemano por el consultor. Entrenamiento: el objetivo es fortalecer determinadas capacidades-habilidades de los profesionales, participación intensa de los trabajadores y menor del consultor, 20% teoría y 80% práctica en aula sobre el temario que demandan los asistentes. Acompañamiento: el objetivo es ofrecer feedback on time a un equipo para que mejore el día a día de sus reuniones, la participación de los asistentes es total y la del consultor minimalista. Cero teoría y exclusivo abordaje de temas reales de la empresa en tiempo real. Si hay aportaciones teóricas referenciales son "bajo demanda" del propio equipo.
¡Vale! ha dicho mi directivo. Hagamos los tres. Mándame un cronograma, por favor. Y ha salido corriendo de la estancia. De hecho, se ha dejado el móvil.
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