La fuerza de esta fotografía de Luis de Vega -publicada en el rotativo El País- me dejó colapsada. Durante un rato mis ojos se colgaron del horizonte lejos, muy lejos, del cafetín de mi barrio en el que leo la prensa dominical.
De Vega es un veterano fotógrafo que ha transitado más de treinta países con su cámara colgada del cuello. Su seniority -acaso su arte- está en la fotografía de los árboles que crecen en la Alta Galilea (norte de Israel), en un poblado de apenas seiscientos habitantes llamado Shear Yashuv.
Los carteles insertados en los troncos son producto del hombre y rinden homenaje a militares muertos. No entraré al fondo de la cuestión porque desconozco los entresijos de la enrevesada (acaso envenenada) política internacional. Me quedo con la fuerza de la fotografía y una idea que se repite en mí...
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