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domingo, 25 de octubre de 2009

Niebla

La niebla devora las montañas de Euskadi e incluso los tejados más altos de mi ciudad. Irreverente con lo divino (los montes) y lo humano (las casas) borra las apariencias y crea una sensación de ensueño cinematográfico bellísimo para el ojo atento. Por el cambio horario son las ocho de la mañana. Salgo de casa embutida en mi impermeable Gudrun Sjödens Versand comprado en centroeuropa en uno de mis viajes galácticos. Paseo de domingo hacia la cumbre verde y mojada. Llueve con ganas.

Me cuesta subir mucho más de lo habitual: secuelas del estado catarral que he pasado. Ando floja, clavo los tacos de mis talones en la tierra, me impulso con la pelvis como me enseñaron los maestros taoístas, tiro de mis pulmones hacia arriba, miro al cielo donde la niebla sigue lamiendo los montes vascos y creando figuras divertidas entorno a las alturas.

Entre la niebla y el cielo habitan los dioses. Hoy estoy enfada con ellos y no sé muy bien el porqué. Rabiosa tras una semana fuera de servicio. Rabiosa tras siete días de dormir, leer, escribir, soñar; volver a dormir, leer, soñar, comer; volver a dormir, leer, escribir, soñar, reflexionar sobre este obligado parón que se prolonga en exceso para mi temple y compromisos.

Miro la niebla, intuyo a los dioses y protesto. Me contestan con un trueno que da miedo y rebota dos montañas a la derecha de la mía. Un pajarillo salé asustado entre los matojos. Redoblan su amonestación y un segundo trueno hace que tiemble el firmamento. Poco les importa mi rabia-impotencia. Oídos sordos a mis lamentos.

Comienzo el descenso monte abajo más ligera, más ágil. Llevo buen calzado y no resbala. La niebla ya está conmigo: casi a ras de suelo borrando las apariencias y creando un ensueño fotográfico bellísimo para el ojo atento. Que te den -o algo así- me han dicho. Vale. Ya me las veré a partir de mañana con mi agenda, con mis exiguas fuerzas y recursos. Aceptación una vez más de lo que no se puede cambiar. Sigo bajando y parece que despeja. Ahora tengo mucho calor. Ha dejado de llover. Me quito el impermeable rojo, pijo y centroeuropeo. Sale el sol entre las nubes. En menos de diez minutos parece otro día, otra galaxia. Ni rastro de la niebla.


¿Y ellos? A carcajadas jugando a los bolos en otra zona del planeta. ¡Qué insensatos!

lunes, 10 de agosto de 2009

Otros Mundos

Hay otros mundos... pero están en este, jugando en paralelo como bolas sobre un tapete verde de billar. La física cuántica denomina "trama" a una especie de telaraña infinita que explica la causalidad (la ley de causa-efecto) cuya comprensión no siempre tenemos al alcance de nuestro raciocinio y por eso despista y -acaso- asusta.

Puesto que todo es energía -explican los científicos- en verdad se trata de niveles vibratorios, de frecuencias (como las de a radio) y dependiendo de con cuál estemos sintonizados atraeremos o repeleremos la correspondiente "onda". Hay otros mundos... pero están en este, jugando en paralelo como bolas de colores sobre un tapete verde de billar.

Hay quien prefiere la blanca, hay quien elije la negra. Ambas opciones están a nuestro alcance y de la elección se deriva el resto de la partida. En cada pensamiento, palabra o acción estamos poniendo energía de un lado de la balanza. El poder, como siempre, nos pertenece. Agarremos la varita mágica con la que todos nacemos: la fuerza de la intención, la capacidad de focalizarnos en lo que deseamos, en lo positivo, junto a la esperanza y la felicidad posible.

Se celebra estos días en San Sebastián el XVI Salón del Esoterismo -evento que viene siendo una tradición veraniega en el entorno del Palacio de Miramar- donde se reunen medio centenar de advinadores, tarotistas, médiums, conferenciantes, sanadores, chamanes...

Hay muchos mundos... pero están en este jugando en paralelo como bolas de colores sobre el tapete verde de la existencia. Y si fuera cierto que existen las energías negras -como teme mi querida amiga Izaskun- no lo sería menos que existen las energías blancas. Si hay monstruos, también duendes, trasgos, hadas y gnomos. Yo me quedo con esta pandilla, y me dispongo esta tarde (al final de la jornada) a jugar una partida de billar emparejada con Héctor (Sócrates), campeonísimo de este apasionanate deporte. Necesitamos otra pareja ¿se animan?

jueves, 28 de mayo de 2009

Amor

Les contaré una historia contemporánea: Una sirena de Bermeo ama a un capitán y aunque hace muchos meses que no coinciden en el Cantábrico ella vive para el recuerdo y la emoción de sentir, de sentirLE. Cuando por primera vez ella se hizo a la mar buscando pasión, en verdad halló en el capitán el sabor salitre de la vida. Desde entonces pena por su regreso en forma de ola, de viento, de aroma.

La sirena de Bermeo (recia, hecha a si misma, luchadora y de amplia sonrisa) es amiga mía y juntas -a ratos- disfrutamos mucho mientras tomamos un agua Perrier en la terraza del Sheraton Bilbao. Es una diosa cosmopolita que con naturalidad estira su aleta poderosa sobre el asfalto, los despachos y las playas dejando tras de sí -sin pretenderlo- el inequívoco e intenso rastro de quien es único y de quien descubre (con perpleja tristeza) que brillar pasa factura. Una diosa, una sirena de Bermeo, la tierra de mis antepasados paternos, de pescadores, matriarcado y conserveras.

De pequeña le llamaban My o Myri, diminutivos cariñosos que desconoce el capitán, expresiones tiernas de sus amigos; silabas ya lejanas en el tiempo que hoy ella ha recordado para mí.

Había un compañero de cuadrilla que le llamaba Guremy (en euskera, nuestra My), término que ella añora porque incluye tanto la dulzura de un tiempo que se fue -acaso para no volver- como el sentimiento de pertenencia. Formar parte de algo más grande que uno mismo: una pareja, una familia, un pueblo. Guremy, una sirena, una diosa del Cantábrico que hoy ha lanzado al mar su mensaje encerrado en una botella. Un mensaje de amor escrito desde el corazón para un capitán errante que no sabe, que no intuye, que agita la banderola de su navío acaso negra de pirata, acaso blanca y rendida a los encantos de mi amiga: la sirena de Bermeo.

Quiero compartir un final feliz al que hay que otorgarle tiempo y mareas. Acaso la respuesta llegue en un par de plenilunios y entonces... ¡Prometo compartirlo!

viernes, 3 de octubre de 2008

Divorcio de Be Jota

Acabo de decir adiós a Be Jota. Quienes se separan o divorcian con frecuencia confiesan sentir tristeza y liberación. En mi caso, tristeza... sí, liberación... no, la verdad. Llevábamos juntos 18 años, mucho tiempo, lo sé. Mis amigos más escépticos dicen que las parejas debieran funcionar como los yogures: con fecha de caducidad.

Nos queríamos y nos hemos sido fieles durante casi dos décadas en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, con pan y con cebolla, como dictan los cánones. Hemos viajado juntos, muchos kilómetros, hemos pasado buenos ratos contemplando paisajes castellanos, manchegos, catalanes, incluso algunos bosques de la selva negra (Alemania). Yo le cuidaba, él me cuidaba a mi y -en lo esencial- jamás nos fallamos el uno al otro cuando hizo falta.

Su carácter es recio, firme, sobrio, un todo terreno. El mío es juguetón, creativo,chispeante. Hacíamos una buena pareja y sin embargo... ¡se acabó!

Hoy he dicho adiós a Be Jota.
Me he obligado a no llorar, a no mirar hacia atrás, a no recordar, a no pensar, a no sentir. Como todo homenaje una entrada en el blog. He tenido que firmar unos papeles que me desvinculan por completo y para siempre de él. Ya no me pertenece ¿acaso alguien pertenece de verdad y por completo a otro?

Siento que me falta algo. Ahora mismo no quiero buscar sustitutos.Tiempo para el duelo -que dicen los psicólogos- tiempo para ser uno mismo, respirar, re-encontrarse en soledad antes de lanzarse a nuevas aventuras.¿Cuánto tiempo? Los manuales dicen un año... las realidades dicen dos-tres años...

Sé que él va a transformarse. Adiós Be Jota ¡que te vaya bonito! BI 9772 BJ, mi ford fiesta blanco, hoy abandonado en un servicio que realiza demoliciones industriales. He donado sus órganos: dejarán su motor del tamaño de una mesilla, golpearan sus piezas más recias, más firmes, más sobrias. Espero que no me guarde rencor. Mi fiel compañero seguirá rodando, de otro modo, en el entramado industrial. Le echaré de menos.