sábado, 8 de noviembre de 2008

Vida, con Mayúscula

Hasta hoy el único registro que la palabra Wilhelma tenía en mi cerebro era el eco de la ruda voz de Picapiedra pidiendo ayuda a su esposa con un dramático (y a la vez cómico)¡¡¡Wilmaaaaaaaaaaaaa!!! cada vez que se metía en problemas. Pensaba en ello esta mañana mientras me dirigía en bicicleta a Wilhelma, el zoológico, jardín botánico y acuario de Stuttgart, un caleidoscopio de sensaciones, una metralleta de colores, un disparo al centro neurológico de la reflexión-comparación evolutiva entre el ser humano y las más de cien especies y nueve mil ejemplares que viven allí.

Late la Vida, con mayúscula, en cada centímetro de Wilhelma con una expresividad perpleja para adultos cuyas arterias palpitan de excesos gastronómicos, emocionales e intelectuales: atracones tóxicos ajenos por completo a la simplicidad, belleza y armonía de los animales incluso en semi-cautividad.

Contrastes. Los elefantes son vegetarianos y alcanzan un peso que oscila entre las cuatro y las siete toneladas... una lección gastronómica de primera. Les he visto caminar con delicadeza e incluso subir escalones hacia atrás. Increíble. Los monos, chimpances y gorilas se quitan los piojos los unos a los otros con una dedicación febril. Si no lo hicieran, la especie misma correría peligro: si alguno omitiera el instinto y por comodidad o pereza no despiojara a sus compañeros, si ese comportamiento se contagiara entre ellos, si el egoísmo camparara a sus anchas... en poco tiempo la calidad de vida de los monos, gorilas y chimpances (y su salud) resultaría severamente dañada. Además se abrazan, rozan, juegan, acunan. Contemplados al sol otoñal de este 8 de noviembre resultaban una lección de sociabilidad en estado puro. Pasen, copien, imiten y mejoren sus relaciones interpersonales. ¡Sres, Sras: cuiden los unos de los otros con dedicación febril y si se tercia jueguen y abracen!

En el insectario cientos de mariposas gigantescas y diminutas de impensables colores alzan el vuelo hasta la altísima cúpula... pasan junto a mi mano, rozan mi anorak rojo, siguen su trayectoria entre las plantas tropicales, se esconden detras los troncos, coquetean con los visitantes, juegan con los niños que las persiguen y, de nuevo, alzan el vuelo conocedoras del lugar en el que habitan los sueños: arriba, muy arriba, cerca de la luz. Tienen rayas, motas, salpicados, tonos pastel, aguafuertes, fosforitos, brillantes, galácticos. Decir que son hermosas resulta grosero. Son Vida con mayúscula y alas. Vida en estado puro y ellas lo saben: cuentan cada segundo como si fuera un año, cada minuto como si fuera un lustro y -sin embargo- juegan o quizá por eso juegan ¡la vida es tan breve! Hay una urna a temperatura constante entre 14 y 20 grados con cientos de larvas diferentes colgadas de manera natural en palitos de madera semejantes a un ábaco.

Hoy -la magia con la que los dioses suelen alegrarme el día- me ha regalado el tesoro de que en el preciso instante en el que yo visitaba el insectario una larva ha roto el capullo y tras un esfuerzo -créanme- supremo, ha salido al aire una mariposa de alas negras, puntos morados, amarillos, naranjas... Sin respiración, boquiabierta, me he quedado más que unos segundos esperando alzase el vuelo sin saber nada de mariposas, ignorando que el esfuerzo de romper la envolvente tela que protege el capullo deja exhausta a la mariposa que precisa un tiempo para reponer fuerzas antes de aletear y regalarnos el espectáculo único de su grácil e ingrávido movimiento. ¡¡Cuantos adultos hiper-protegidos no acaban nunca de romper la envolvente tela protectora de su niñez, no reunen la fuerza necesaria para alzar un vuelo independiente y solitario, alto, muy alto hasta sus sueños!!

En el estanque central habían retirado los gigantescos nenúfares que se observan en los paneles-guía del zoo, tan grandes o más que un portátil tamaño estándar. ¡¡Qué pena!! Tendré que volver a Wilhelma para verlos en primavera, para seguir aprendiendo-reflexionando-comparando-contrastando que la Vida tiene una mayúscula gigante, que no estamos solos en el planeta, que hay tanto que aprender de ellos: peces, ranas, ardillas, jirafas, pájaros, insectos, mariposas, medusas. ¡Ahhhhhhhhhh las medusas! giran en su pecera nocturna en el sentido de las agujas del reloj, totalmente ingrávidas, azulonas, como poetas, como bailarinas exquisitas de ballet clásico, como una percepción extrasensorial. Sí, prometo volver a Wilhelma, en primavera.

1 comentario:

Socrates dijo...

Sí que suena bien, sí...envidia sana.