Es un hombre poderoso y bien relacionado que prepara cuidadosamente su jubilación según me comentó. Hace remo en un conocido club de San Sebastián y le gusta mucho la playa desde el primer rayo primaveral hasta bien entrado el otoño en la bahía. Le percibí como un canto rodado: esas piedras que a base de trasiego existencial acaban redondeando sus esquinas, siendo más benevolentes consigo mismas que al comienzo de la travesía vital y riéndose de casi todo.
Fue una grata experiencia en la que ambos disfrutamos. En la despedida compartió algo que forma parte de algunos textos inconexos (y aún embrionarios) que a buen seguro terminarán configurando un libro. Cataloga a las personas por tramos biológicos: Entre los 0 y los 30 años... etapa de aprendizaje. De los 30 a los 45 etapa de la inteligencia (se sabe aún poco pero se vende como si se supiera mucho porque hay que pagar la hipoteca, las vacaciones y la ortodoncia a los niños). Entre los 45 y los 65 etapa del conocimiento: sabes de verdad lo que te traes entre manos- desde la experiencia acumulada- y realmente aportas a las empresas con las que trabajas. De ahí en adelante entras en la etapa de la sabiduría, momento en el que regalas lo que has aprendido, lo que sabes, lo que importa, lo que te hubiera gustado que te contasen a los 25 y a los 35... Curiosa teoría la de mi recién descubierto Consejero ¿no les parece?
Hemos quedado mañana para comer: yo le aportaré desde el enfoque del Coaching de Líderes y Equipos de Empresa y él siguirá desarrollando el mapa mental de su libro a base de contrastarlo conmigo. Ambos estamos en la época del conocimiento y aunque él no alcanza los 65 todo lo que desee compartir será bienvenido. No olviden que me considero un aprendiz, feliz como una lombriz (post de este blog).
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