miércoles, 4 de noviembre de 2009

Oxitocina

Hay personas cuya mera presencia resulta inspiradora para una vida entera. No es por lo que dicen, ni siquiera por lo que hacen, sino por lo que son. Ayer en Bilbao, tuve la oportunidad de estar con una de estas personas sabias que -ahora más que nunca- se mueven por el planeta sembrando semillas para quien desee recogerlas y acaso sembrarlas. Yo me llevé la mías, algunas de las cuales deseo compartir desde este espacio abierto que ustedes y yo vamos construyendo con primor: el blog.

Como saben, la hormona maculina por excelencia es la testosterona y la femenina la oxitocina. La primera se caracterica por una respuesta ancestral al stress que consiste en la huida o el ataque. La segunda se identifica con el sentimiento maternal o más ampliamente conceptualizado como la compasión budista. Dado que todos tenemos en nuestro interior algo de hombre y algo de mujer, quizá el mundo fuera un lugar más hermoso si primase la oxitocina sobre la testosterona, tanto en féminas como en machos. Esta es la clave -entre un centenar de ellas- que Jean Shinoda Bolen aporta a la humanidad desde su cátedra de psiquiatría en la universidad de California y que ayer repartió generosamente en el auditorio Guggenheim Bilbao ante varios cientos de personas invitada por la Fundación Sorlekua que preside mi amiga Isabel Salsamendi.


Si tuvieramos que dejar la solución de la humanidad en una fórmula simple, en un slogan publicitario, podríamos decir: más oxitocina y menos testosterona que con traducción simultánea pudiera ser: más diálogo y menos silencio, más compartir y menos competir, más ponerse en el lugar del otro y menos en el de uno, más alma y menos ego, más nosotros y menos yo, más ternura y menos intelecto... hasta el infinito, creo que la idea se comprende y es lo que importa.

Esta mujer sabia a la que sigo a través de sus libros desde hace una década tuvo la valentía de presentarse en el museo con kimono rojo en honor a sus ancestros orientales, tuvo la valentía de hablar bajito y dulce con un mensaje contundente que más allá de la anécdota que reproduzco en este post sin duda tenía un componente altamente político, acaso revolucionario.

Carezco ahora de tiempo para desarrollar el puñado de ideas-abono que Shinoda Bolen nos trajo. Sin embargo, sí quiero aportarles algunas de las preguntas que formuló y que si se paran a responderlas -lápiz y papel en mano- acaso puedan significar un antes y un después en su vida. Ahí van... no son mías, son de Shinoda Bolen: ¿Cuál es el significado exacto de lo que estás viviendo, cuál es el significado para ti? Lo que haces... ¿Te divierte? ¿Estas con las personas que te gustaría? ¿Sientes que vives creativamente? Lo que haces... ¿está motivado por el amor? Y -sobre todo- ¿Qué piensas hacer con tu única, salvaje y preciosa vida en los próximos 20-30-40 o más años?


Shinoda Bolen imparte un curso en Castillo Arteaga (Vizcaya) para mujeres empresarias, políticas y líderes. Lo aporta todo, lo cuenta todo... es una anciana sabia que -como dice en uno de sus libros- no se queja de nada, nunca, ocurra lo que ocurra porque la vida es sagrada y poque vivimos un momento histórico apasionante. Más información: Fundación Sorlekua, en Google.

3 comentarios:

Socrates dijo...

Genial, Azucena.

Me ha encantado, una vez más, las ideas que nos haces llegar, así como el hecho de "ver" que existe gente y más gente que reparte semillas para quien quiera recogerlas y aprovecharlas.

GENIAL. MIL GRACIAS.

Ana Juaristi dijo...

La idea con la que yo me quede de Shinoda fue la de mirar la tierra desde fuera. Cuando el hombre salio al espacio y vio a la tierra como algo a proteger, algo que nos da la vida. Que tenemos que aprender a aceptar esa tierra con todo lo que sabe darnos como tambien tenemos que saber aceptar a nuestra respectiva madre pnesando que nos ha dado todo de la mejor manera que ha sabido

@CruzCoaching dijo...

Muchas gracias Azuzena por resumir la estancia de la Sra. Bolen, lectora ávida de sus interesantes libros desde hace años, me alegra que siembre allá por dónde vaya.

un abrazo. mari cruz