martes, 8 de diciembre de 2009

Mil gaviotas

No sé en su tierra, en el Cantábrico es costumbre -cuando se pasea por la playa y se alcanza el límite de un lado- tocar en la roca con la pierna derecha si eres diestro y con la izquierda si eres zurdo y comenzar el paseo hacia el otro lado por la orilla, vadeando las olas que suben y bajan a un ritmo manso, de maaaaambo. Dos veces he tocado la roca con mi pierna izquierda tras caminar unos cuatro kilómetros sobre huellas de perro grande, mediano y pequeño; de gaviota y pajarillo; de suela de rayas, de puntos, transversales, de líneas paralelas y de todos los tamaños; también pies descalzos, en un diciembre con dieciséis grados en la festividad de la Inmaculada. Hoy es un día sagrado para mí. Todavía no desvelaré el porqué.

Hay parejas de largo recorrido -como lo trenes- que van del brazo y se apoyan el uno en el otro contra la soledad, el desgaste, los años y acaso las decepciones del vivir. Hay parejas de quita y pon -como los sombreros- que con el primer vendaval se van al garete. Hay parejas de conveniencia y hasta de pre-pago, como los móviles. De todo sobre la arena en un martes festivo -con nubes y claros- antes del momento del aperitivo en las terrazas y en los garitos de postín. Martini blanco-Martini rojo con aceitunita y poco hielo.

Los ritmos marcan las mareas, los ritmos marcan otras cosas. Por ejemplo, hay quien arrastra los pies por la arena y zigzaguea en ninguna dirección. Por el contrario, hay quien se marca un objetivo y camina con determinación sorteando la espuma de las olas y los atletas que corren y sudan porque también tienen una meta: conservar la salud, el peso, el optimismo, la flexibilidad, las neuronas o todo ello a la vez. Me explicaré: no es que unas cosas estén bien y otras mal. Hoy es festivo y cada cual deshoja la margarita del tiempo como quiere: a ritmo de samba, de salsa, de maaaaambo, de footing, o de lo que sea... Lo que ocurre es unos consiguen vaguear la mente y el cuerpo ociosamente, y otros ponerse en forma, desafiar sus propios límites y fortalecerse.


El caso es que mi paseo de dos horas por la playa ha resultado metafórico. He recogido una piedra redondita y plana para Ella: la mujer que hoy cumple 25 años y que es mi tesoro... como si yo fuera el gólum de la peli (a lo mejor es lo que soy, je je). Y he respirado el aire del Cantábrico por y para Ella que vive taaaaan lejos de su tierra: en otro país también de tradición marinera, Holanda. Un cruce de caminos, sobre la arena de la existencia, hace hoy 25 años, cuando nació en un acto hermoso ausente por completo de dolor, para excepción de los manuales de ginecología. Mil gaviotas sobre el mar... en el cumpleaños de la sirena ;-D

1 comentario:

Socrates dijo...

:D Felicidades atrasadas para Ella :)