Si me lo permiten, hoy seré vehemente: no creo en la formación. No creo en la formación como aislada metodología de aprendizaje adulto en el seno de las organizaciones. Creo en el entrenamiento, es decir, en una adecuada mezcla de tónica (teoría) y ginebra (práctica).
En la sociedad del conocimiento -a la que pertenecen buena parte de las empresas para las que trabajo- las poderosas mentes exigen con persistencia su cuota teórica bien argumentada, referenciada y santificada por la biblioteca de Babilonia. Saben muchísimo y aún anhelan mayor conocimiento. Bien, nada que objetar. Sin embargo, mi aportación pasa por sumar un poquito de práctica, experimento y aventura para descubrir (de primera mano) si funciona lo que los teóricos dicen que funciona. Hemos de saltar al gimnasio para entrenar con sudor y lágrimas, risas y cansancio, logros y errores, caídas y persistencia, frustración y esperanza.
Hace unos días -leyendo las páginas sepia de EL PAÍS- descubrí una interesante estadística según la cual cuando la formación se combina con entrenamiento la eficacia que se logra es de un 80%, un porcentaje infinitamente mayor que cuando sólo se enseña. ¿Qué les parece?
En el contexto empresarial, con frecuencia observo una persistente paradoja: mientras la insaciable mente pide más y más teoría, el cuerpo, las emociones (y acaso el alma) se retraen como un caracol miricol hacia su concha cuando se pide un gramo de práctica. Permitan que me explaye. Todos entendemos que para obtener resultados diferentes hemos de realizar cosas diferentes (Albert Einstein). Pues bien, esta idea básica inspira la necesidad de salir de la llamada "zona de confort" (conocida, tanteada) para entrar en la "zona de oportunidad" (nueva, inexplorada) lo que conlleva un cierto riesgo, concepto alérgico para algunos intelectuales.
Cuando entreno a un equipo va todo sobre ruedas en la parte teórica, las referencias bibliográficas y los artículos de prensa especializada, y se tensa cuando hay que ponerlo en práctica, en una escenificación a escala de los aprendizajes que han de integrarse en la organización. Resistencia al cambio y -digámoslo sin ambages- miedo. ¡Tanto hablar de innovación y resulta que somos alérgicos a probar cosas nuevas! Paradojas con las que me encuentro cada día: inmovilismo que descorazona... ¿Será cierto que el aleteo de una mariposa puede transformar la hipérbole planetaria? Ojalá.
1 comentario:
HOY, he decidido realizar cosas diferentes para obtener otros y diferentes resultados... para esto tube que salir de mi zona de confort (tan bien que uno está en ella -será porque cree que así controla?)
ya empecé desde temprano a la mañana,... contesté a alguien...en vez de hacerlo con un reto...lo hice con un abrazo...respirar ondo y dar al otro una oportunidad... y a mí mismo "otra oportunidad... el riesgo éste es maravilloso... porque reconocer que viene un instante feo por pasar ... si uno se lo propone ese instante y lo salta y suelta la pelota: el mal momento ya no está. Esto de lo que hablas vos Azucena, practicar en este gimnasio que es la vida... en todos los órdenes.
...aunque sude, aunque caiga, aunque no escuche y esté cansada ...voy a entrenar.
andrea
Publicar un comentario