jueves, 25 de julio de 2019

Tener razón o... ¿solventar las diferencias?



En la vida -como en la literatura- existen personajes redondos y planos. La semana pasada trabajé como mediadora en un conflicto entre dos directivos: la experiencia resultó dolorosa para los tres. Y -aunque encauzada por lo que se refiere al canon profesional y las tareas- tengo la sensación de que el argumentario que cruzaron durante cuatro horas -con breves intervenciones mías- no llegó a medirse en el mismo plano. Quiero sin embargo imaginar que sus discursos convergerán en algún punto del infinito laboral que les espera tras el verano.



La escritora veterana Espido Freire 
charla con la escritora novel, Adriana,
en un descanso del curso de verano de la UPV. Palacio de Miramar.


El personaje plano no aprende de la experiencia sino que se aferra a un conjunto de creencias en una huida hacia adelante que no modifica la hoja de ruta inicial. Puede dar la sensación de seguridad o criterio, si bien lo que hay detrás de semejante cerrazón es pura terquedad y soberbia. Los personajes planos que no digieren la experiencia no son coacheables (*) porque con independencia de los hallazgos del proceso realmente no contemplan modificaciones de conducta: prefieren tener razón que solventar sus diferencias o mejorar los resultados y -en este sentido- su sufrimiento es estéril porque no conduce a aprendizajes. 

Por el contrario los personajes redondos de la literatura y de la vida modifican sus criterios, comportamientos y creencias en sintonía con la experiencia que acontece. Diríase que evolucionan y se acompasan a los quiebros de la existencia. Estas personas son receptivas a los descubrimientos que propicia un proceso de coaching y muestran predisposición a los cambios de los que se derivan nuevos (y esperanzadores) resultados. Cuando los profesionales de perfil "redondo" sufren contratiempos saben transformar los traspiés en aprendizaje y por lo tanto se hacen más sabios.



(*) Ser / No ser coacheable: algunas personas son inmunes a los beneficios de un proceso de coaching que exige receptividad a nuevos descubrimientos y predisposición al cambio.  

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