viernes, 5 de julio de 2019

Redes Sociales ¿Bendición o Maldición?



Tolosa (Guipúzcoa) reunió a un puñado de mujeres que corren con lobos. Algunos hombres acompañaron la aventura: Joanillo, Luis, Mario, Joseba... Las silenciosas invitadas del mural del Bide Bide contemplaban la escena. Al principio con curiosidad,  más tarde con asombro, y al final cómplices con las palabras e imágenes que acompañaron los relatos de los asistentes: largos, cortos, fríos y calientes, como el día: 35 grados en la plaza del pueblo y 16 en la sala donde pudimos compartir experiencias vinculadas a la vocación, ese instinto que algunas personas seguimos hasta materializar en un proyecto rentable, sostenible y transformador. 




¿Qué tienen en común una profesional del visual thinking, la propietaria de una tienda de lanas, una facilitadora del cambio organizacional y una dibujante de viñetas?

Mi ponencia fue la primera y durante ese tiempo volqué toda mi atención en compartir mi experiencia emprendedora de una manera tierna, honesta, basada en evidencias, arropada con algunos datos relevantes y tratando de no perder el hilo cada vez que el power point se desconectaba de la red eléctrica... Creo que estuvo bien porque despertó el interés de los asistentes, hubo preguntas difíciles cuya respuesta exigió que movilizase todos mis recursos y me aplaudieron con ganas. Tras mi intervención pude dedicarme a escuchar al resto de las participantes tomando el pulso a algunas realidades que desconozco.

¿Qué tienen en común las ocho experiencias empresariales compartidas en Tolosa?




El trabajo por cuenta ajena aporta conocimiento del mundo empresarial con sus reglas tácitas y expresas. Transitar por organizaciones cuyas estructuras (y normas) nos vienen dadas resulta un excelente aprendizaje para abordar proyectos por cuenta propia.

Contar con un mentor experimentado es una extraordinaria ventaja competitiva que aporta valiosas orientaciones (atajos) a quienes emprenden (yo misma trabajo como mentora empresarial).

La financiación suele ser un escollo inicial que muchos emprendedores solventan de manera creativa: mediante el truque de servicios con otros profesionales, la recaudación de fondos de padres, tíos, primos y demás familia y -en menor medida- con apoyo bancario.

Curiosamente la mayoría de los testimonios son lo que yo denomino "empresas-bonsái": unipersonales o constituidas por tres o cuatro personas. 

Los negocios presentados tienen al frente a profesionales con coraje, resiliencia, gran capacidad de trabajo, instinto, versatilidad, pasión, conocimiento experto y una red de conocidos y amigos que alientan y apoyan sin los cuales la experiencia resultaría muy dura.

Quienes lideran un negocio sienten que no llegan al sin número de tareas que han de realizar y se añaden a los servicios que ofrecen. Este fue uno de los temas calientes de la jornada. Un emprendedor ha de saber hacer, hacerlo, contarlo, mostrarlo, embellecerlo y ser visible todo el tiempo en un sinfín de plataformas: Facebook, Instagram, LinkedIn, Twitter... ¿Cuándo trabajamos? -se preguntan la mayoría de los emprendedores-.

Si en las empresas grandes el mal endémico son las reuniones, en las empresas pequeñas la bestia son las redes sociales cuya voracidad amenaza con absorber todo nuestro tiempo y energía. Ahora bien, ¿es posible sobrevivir como autónomo, freelance o emprendedor sin visibilidad en redes sociales? Hará falta otra jornada para responder a esa pregunta que se quedó flotando en el aire de Tolosa, hermosa localidad guipuzcoana a la que volveré para ejercer de mentora en un proyecto al otro lado del puente, en Ibarra.


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