domingo, 24 de noviembre de 2019

El conflicto como oportunidad evolutiva



La planta tres del edificio de Tabakalera (San Sebastián) ha acogido durante catorce horas un taller centrado en la comunicación no violenta (Marshall Rosenberg) como parte de un entrenamiento en competencias y habilidades de facilitación de grupos y procesos.




Los alumnos provenían de Francia, Aragón, Cataluña y País Vasco. Todos personas. Todos profesionales. Todos atravesados por la pulsión de cambiar el mundo desde la doble consciencia de pequeñez y grandeza de los humanos.

Nueve mujeres y tres hombres dispuestos a compartir conocimiento y experiencia en la veintena de dinámicas propuestas en las diversas aulas del Impact Hub Donostia.




Sintetizado en un dibujo simple la comunicación no violenta incluye cuatro fases: observación (sin juicio) + atención a los sentimientos o sensaciones + conexión con las propias necesidades + propuesta o petición a los demás.

La teoría es sencilla. Entonces... ¿Dónde radica la dificultad? Tres de las cuatro fases de la comunicación no violenta se centran en uno mismo: me observo, conecto con mis emociones-sensaciones y descubro mis necesidades. Estos tres pasos son un prerrequisito para el cuarto movimiento: propongo o pido algo a los demás. Resulta obvio que todo comienza en el "juego interior" (el que desplegamos con/ en nosotros mismos). 




Vivir es transitar situaciones difíciles y en un momento de la historia Arnold Mindell desarrollo la teoría de procesos según la cual todo lo que acontece busca la evolución de los humanos, también el conflicto.

En este marco conceptual vivir es un proceso y las personas con las que tenemos dificultades son "maestros" que propician el despliegue de nuestro poder interior. Desde la comunicación no violenta, la manera de abordarlo se ciñe a cuatro opciones: irse hacia un lado, dar un paso hacia adelante, un paso hacia atrás, o rendirse con honor.




La práctica de estas cuatro modalidades acompañadas de sus correspondientes movimientos físicos (inspiradas en el aikido) permitió a los alumnos interiorizar los conceptos y descubrir en cual de ellos se sentían más cómodos: abrazando el conflicto, haciendo saber a los demás el impacto de sus acciones, rindiéndose con honor...

Si tuviera que resumir en dos titulares lo que más impactó a los participantes me quedo con: la idea de que el conflicto es una presión evolutiva necesaria para que movilicemos nuestro poder interno, aprendamos a poner límites etc. y el enfoque de que vivir es un "proceso" donde lo que acontece tiene una importancia relativa. Seguiremos profundizando sobre El conflicto y sus elementos los días 24 y 25 de diciembre de 2020.


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