martes, 14 de julio de 2020

Ética y Negocios ¿Son compatibles?



¿Cómo seguir siendo quien soy y mantener mis valores sin que me tomen el pelo? ¿Cómo evitar convertirme en quien no quiero ser sin que impacte negativamente en el negocio? Ayúdame con esto, Azucena. Este ha sido el inicio de la sesión de entrenamiento con un Director General con el que trabajo desde hace semanas y del que me separan muchos kilómetros y ocho horas de franja horaria. ¡Cielo Santo -he pensado- qué temazo! Mi D.G tiene una mente ingenieril y solemos abordar temas de eficiencia o gestión del tiempo... Hoy, sin embargo, me ha planteado una cuestión ética.




La salvaguarda de los valores y principios personales en entornos complejos, ambiguos, competitivos, cambiantes, impredecibles, internacionales y -en palabras del propio director general- "agresivos" es un tema de enorme calado para cualquier coach por mucha seniority que le acompañe. Así que he respirado profundamente, he reconocido que no tenía una fórmula mágica y nos hemos dispuesto a reflexionar juntos sobre la mejor manera de resolver su dilema.

En primer lugar hemos alcanzado la conclusión de que su desafío es inherente a la práctica totalidad de los sectores productivos y de las compañías lo cual no consuela pero permite relativizar. Dicho lo cual, su sector es uno de los que con mayor frecuencia roza la ilegalidad. Hemos estado de acuerdo en que el establecimiento de un marco contractual claro por ambas partes (empresa y cliente) pudiera ser de enorme practicidad. También nos ha parecido relevante la manera de hacer negocios en el país ya que los proyectos integran un alto componente jurídico con severas penalizaciones por incumplimiento de cláusulas o plazos. Ambos hemos reconocido que la ética está en horas bajas y que los profesionales que muestran principios y valores son a veces orillados en pro de perfiles tiburón que defienden a dentelladas el margen de salida con el que se ganan las ofertas. Durante la sesión mi Director General ha reconocido sentirse sólo y desarmado frente al cliente y sus demandas así que le he pedido que, por favor, reflexionase por escrito sobre las líneas rojas que no está dispuesto a transgredir. Finalmente hemos acordado que no tendremos miedo de su propio compañía -si no obtiene los beneficios deseados- ni del cliente -si muestra su desacuerdo en algunas cuestiones-.

Al término del entrenamiento me ha dicho que se sentía mejor y lo he agradecido genuinamente porque yo no me he quedado del todo satisfecha. Horas después me he acordado del comentario de mi mentor franciscano quien en una ocasión me digo que ética es -sencillamente- cumplir con la ley... ¿De verdad que es solo eso?

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