Nos hicieron creer que si lo intentábamos con ahínco conseguiríamos la luna o al menos mejorar nuestra posición social, salario y el colegio de nuestros hijos. Se le llama la "cultura de la meritocracia" y -según Michael J. Sandel (en la fotografía)- ¡es una trampa!
Yo misma fui educada por mi padre en una férrea meritocracia y de alguna manera mi vida es mejor que la suya. En este sentido, el esfuerzo ha tenido su recompensa: no me quejo. Por otro lado, mi trabajo consiste en acompañar procesos encaminados al logro de objetivos y entre los ingredientes del viaje siempre está la propuesta de hacer todo lo que esté en tu mano para conseguirlo. Sin embargo, veo excepciones... tantas... que acaso -como sugiere el filósofo- la "meritocracia" sea una trampa porque intervienen muchos otros factores entre los que se encuentra la justicia.
La meritocracia divide el mundo en perdedores y ganadores. Los perdedores tienden a culpabilizarse pensando que no hacen lo suficiente (lo cual no siempre es cierto)... Por el contrario, los ganadores acostumbran a otorgarse todo el mérito del triunfo con una obscena falta de humildad.
Además de filósofo, Michael J. Sandel es
profesor en la Universidad de Harvard donde divulga su pensamiento clásico y contemporáneo sin orillar temas de actualidad como la distancia social que -a su juicio- ya se practicaba antes de la pandemia. Para Sandel la meritocracia y sus dos bandos (vencedores y perdedores) venían separando a los humanos en guetos de ricos y pobres con enorme distanciamiento social en el uso del transporte público, la escuela o las instituciones culturales... Su pensamiento se concreta en una decena de libros de los que al menos cinco están traducidos al castellano. De posible interés.
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