En un mundo de clones, prefiero ser un gnomo.
Jueguen conmigo, por favor, a encontrar una página web, un blog, un artículo en Expansión, en Negocios (EL PAÍS) o en el Financial Times (Economía) que no referencie alguno de estos conceptos: innovación, sinergia, creatividad, optimizar, crear valor, transversal, liderazgo, misión-visión-valores, desarrollo de personas, gestión del tiempo, del cambio, responsabilidad social corporativa e inteligencia emocional. Si lo encuentran... ¡bingo! Parece como si una gigantesca apisonadora hubiera igualado la totalidad de las neuronas del planeta dejandolas a ras de suelo del tamaño de un champiñón, ralentizando las sinápsis (conexiones) e invalidando -en todo o en parte- el proceso generador de múltiples realidades, enfoques y sensibilidades. Les confieso que esta homogeneización es algo que me hiere como el punzante filo de una navaja.
Re-leo estos días a Confucio. Afirma que existen tres métodos para alcanzar la sabiduría. El primero y más noble, la reflexión. El segundo, la imitación (el más cómodo y sencillo). El tercero, la experiencia, el más amargo. Puedo asegurarles que reflexiono y experimento con intensidad hasta el punto de que me considero un canto rodado... sin aristas de tanto golpearme con las esquinas de la vida (las magdalenas también ayudan al redondeo).
El caso es que en las últimas semanas se han multiplicado las experiencias en las que hallo: empresas clonadas, idénticas ideas, miméticos diseños, libros plagiados, discursos copiados y enfoques repetidos. Me invade la tristeza por un doble motivo. En primer lugar porque -como saben- creo en la unicidad de las personas y, por lo tanto, en la unicidad de los cerebros y en la unicidad de sus recursos para pensar, escribir, vender-comprar, o lo que fuere. Y en segundo lugar porque si bien todo concepto u objeto nuevo lleva la impronta enérgica y vital de su creador, las imitaciones resultan huecas, vacías, faltas de aliento.
En un mundo de clones, en el que el camino más transitado es el de la imitación (ni siquiera para alcanzar la sabiduría sino para enriquecerse) prefiero ser un gnomo.
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