martes, 21 de junio de 2011

Frutos del Bosque
















Tengo dos mentores que son hombres religiosos... a su manera. Uno es franciscano y sigue los pasos de Asís revestidos de conocimiento académico, curiosidad investigadora, y afán por publicar. El otro es un hombre de empresa práctico y pegado al terreno de lo rentable, que aporta como consejero delegado en tres organizaciones y se retira -en cuanto puede- a su casa de campo situada en el pirineo francés. Con distinto enfoque, ambos dedican buena parte de su jornada a la contemplación casi siempre vinculada a la naturaleza, al trino de pájaros y ocas, mientras admiran árboles centenarios y reniegan ante los destrozos que, en ocasiones, hacen los ciervos en las plantas del jardín.

Hoy les rindo homenaje en este post que escribo contra-reloj antes de facilitar la reunión de un comité de dirección. Tengo doce minutos para volcar mi pensamiento en dos párrafos más. Allá voy.

En la página 149 del libro que estos días me entretiene afirma Chris Lowney que la persona de provecho se dedica a "contemplar y ofrecer al mundo los frutos de su contemplación". Supongo que la traducción rústica pudiera ser: "a Dios rogando y con el mazo dando" ¿y la sofisticada? Quienes ejercemos oficios cuya materia prima es el ser humano debiéramos considerar algunos sabios consejos de este ex-seminarista de la Compañía de Jesús y ex-consultor de la prestigiosa firma J.P. Morgan & Co: dedicarnos a la contemplación y ofrecer al mundo nuestros frutos.

Minuto cero. Cierro la página de blogger. Cierro el ordenador. Me dirijo a la reunión de tres horas con un comité de dirección donde saltarán las chispas del ego, del poder, de la influencia, la indigestión de emociones no procesadas, la soberbia, la frustración. Miro la cesta de los frutos... llevo frambuesas y arándanos... ¿Servirán? Les cuento luego.

1 comentario:

marlenalonsob dijo...

Querida, querida Azucena.

Así que 12 minutos. Pareces yo. Me pongo temporizadores de 15 minutos, no sé para qué, si no es para conjurar el pánico de poder tener que llegar a perder hora y media en esto, que parecía una tontería.

Te leo. Te sigo. No comento... No sé por qué. ¿Por no darte un susto, después de tanto tiempo? ¿O porque me pareces feliz y no me gusta robarte un tiempo que parece que no te sobra? Votemos por lo último.

Hoy, sin embargo, te escribo porque ya está bien de silencio, ¿no? Y, además, porque yo, tan curranta siempre, no sabía que esta semana tenía dos días de vacaciones y me estoy inflando a celebrarlo con mensajitos a diestro y siniestro.

Me fui a Holanda, me pararon el proyecto por fusión de la Cía, me volví de Holanda, me vendieron la fábrica, me encontré una gata negra, me reubiqué en outsourcing, la gata no se sabe si tenía leucemia o no (difícil diagnóstico el de la leucemia felina, vive Dios), a un amigo se le murió el loro, luego se le murió la hermana de un tumor cerebral, a mi padre le dio un ictus... bueno, a ver si abrevio.

Mi padre está casi bien, mi amigo está casi en la dirección del PSOE (lo cual no es decir mucho en estos momentos, pero a él le gusta) y yo estoy casi... reiniciando. Me acuerdo 24 horas al día del p. techo de cristal, porque casi no echo la solicitud para una posición estratégica que ya veremos quién se lleva, pero lo importante es que casi digo "no, yo no la merezco". Arrrggghhhh!!! SO-MOS-BO-BAS.

Bueno, a lo mejor me dejo caer por aquí con alguna frecuencia más. Enhorabuena por los posts. Has ido definiendo un estilo. Me gusta leerte. Bonita, suculenta foto de moras. Besos.