El mar ha devorado esta noche la playa de La Concha; por la mañana, la bahía semejaba una escueta rodaja de limón arrinconando los toldos blanquiazules y las sillas contra el paseo del malecón. A la altura de la caseta real jugaba un grupo de palomas, y a las 7.30 han llegado las gaviotas, presagiando un día de tormenta. Una de ellas encarnaba el ideal de Ignacio de Loyola quien preconizó la conveniencia de "vivir con un pie levantado", metáfora curiosa con la que aludía al consejo de estar predispuestos al cambio, actitud que llevó a la Compañía de Jesús a expandir sus ideales por los cinco continentes , cien países y dos mil instituciones y que pervive desde el siglo XVI.
La sabia gaviota que esta mañana afrontaba la tormenta "con un pie levantado" ha acompañado mi lectura de El liderazgo al estilo de los jesuitas, un libro de pequeño formato y trescientas páginas en las que Chris Lowney extrapola las claves del desarrollo de una compañía religiosa con las de una compañía comercial. Y si bien el paralelismo no puede aplicarse al pie de la letra (ni siquiera al pie levantado de la gaviota), el texto resulta inspirador, inquietante e ilustre en su cuidada redacción. Sin duda los ejecutivos del siglo XXI huirán de los preceptos de pobreza, castidad y obediencia, sin embargo es más que probable que en las mejores escuelas de negocios oigan que la clave del liderazgo se encuentra en el conocimiento de uno mismo, el ingenio (hoy llamado talento), el amor (hoy denominado enfoque humanista) y el heroísmo (desarrollado en la actualidad como resilencia).
Mientras leía ha dejado de llover y ya no está la gaviota. Salgo del recinto y me dispongo a vivir "con un pie levantado", pronta al cambio (lo único permanente), mientras profundizo en la arqueología del auto-conocimiento, a decir de los sabios la única piedra filosofal. Guardo en el bolso el libro de Lowney quien tras haber sido jesuita -durante casi una década- trabajó como consultor en la prestigiosa firma J.P. Morgan & Co como miembro del comité administrativo en Nueva York, Tokio, Londres y Singapur.
1 comentario:
Gracias Azucena por este bonito post. Muy interesante esta teoría del pie levantado. Yo también comparto que hay que estar permanentemente en disposición hacia el cambio, y el tener un pie levantado va más allá en el sentido de no aferrarse a situaciones o estructuras, poder o posesiones materiales, ..
Ahora bien, me gustaría hacer de aguafiestas, por una vez, y plantear lo siguiente:
Un pie levantado, el otro metodo en el fangal arcilloso (por lo de espeso y pegajoso) que no limita de forma extrema el movimiento y la autonomía, si queremos avanzar hay que posar el pie levantado sobre el fangal, al hacerlo se hundirá al igual que el otro, no podremos apoyarnos en él para levantar el otro, vuelta al comienzo, estaremos nuevamente atrapados con los dos pies pegados al terreno,
¿cómo podemos evitar las arenas movedizas, los lodazales arcillosos en lo que solemos caer, por estar ocultos, a modo de celada, de trampa inmnovilista?
Un abrazo
Javi
Publicar un comentario