Una estrella fugaz ha dejado una jovial estela en nuestra casa. Ella. No es consciente de lo mucho que aporta con su mera presencia, siempre rápida, breve y como los vuelos cerrados: con fecha de llegada y salida prevista en el tiránico calendario de su agenda. Siete años y aun no me acostumbro a que viva a cientos de kilómetros de casa, así que siempre es un honor que vuelva, que pueda arañar horas a la exigente vida de músico que ha elegido siguiendo el rastro sonoro del barroco y su infinita creatividad.
Apenas durante algunas horas frena su frenética actividad de conciertos, llega a casa con una maleta cada vez más pequeña -como todos los que viajan con frecuencia-, y se queda unos días en los que yo misma anulo cualquier compromiso profesional. Entonces nos dedicamos al puro hedonismo de ser, de estar, lo que se traduce en largos paseos y conversaciones, en horas de buceo en librerías, en chocolate casero a media tarde, en confitura de cebolla con foie, en dormir cuanto apetece, y en hacer alguna que otra fotografía coincidiendo con incursiones paisajísticas en la Castilla profunda que tan bien conocemos las dos.
No es que nos parezcamos físicamente como dicen, sino que vestimos de idéntica manera porque heredo sus ropas galácticas de origen nórdico y porque me hace gorros de lana de mil colores como el que llevo en la fotografía. El caso es que la estrella fugaz ya se ha marchado siguiendo su destino. Lo acepto con agrado intelectual, pero me resisto a retirar sus zapatillas del hall...
Mientras tanto persiste la ciclogénesis explosiva en la bahía. Vamos... que continúa la borrasca extra-tropical con olas de entre 5 y 7 metros que hacen las delicias de los surfistas mostrando una vez más aquel adagio de que no importa lo que ocurre (la borrasca) sino cómo reaccionamos a lo que acontece (los surfistas disfrutando frente al oleaje).
Y en un ataque de vagancia extrema llevo varios días sin hacer nada directamente profesional. Me siento un tanto desconcertada porque parece haber aflojado la heróica disciplina que tan buenos resultados me ha dado durante más de cuatro décadas. La verdad es que me lo estoy pasando pipa y que tampoco acabo de desconectar al cien por cien. Les cuento: gracias a Javier Ruíz, Doctor en Ciencias Quimicas, MBA y profesional de Tecnalia, leo con deleite el manual La nueva facilitación participativa, un compendio de diversos métodos que permiten artícular el diálogo en el seno de empresas para propiciar cambios: el círculo de diálogo, el world café, el open space, la participación genuina...
Aunque las metodologías no son nuevas para mi, la manera en la que Javier Ruíz las presenta me está permitiendo realizar algunas conexiones neuronales interesantes que explican, redondean y completan mis propias observaciones en el campo de aplicación = en las empresas en las que he tenido el privilegio de trabajar en los últimos once años como consultora artesana, como activista del cambio intencional.
Durante la lectura del manual -disponible en Bubok- he disfrutado mucho todo el tiempo, pero el deleite supremo se ha concentrado entre las páginas 105 y 139, cuando aborda la Teoría U de Otto Scharmer, profesor del MIT, fundador del Presencing Institute, y -en mi opinión- preclaro intelectual que ofrece algunas pistas nítidas sobre la manera de avanzar hacia la construcción de un futuro deseado.
Destilo y comparto con ustedes mis primeros hallazgos personales de estos días:
- La Vocación es aquello que la Vida te llama a hacer.
- Para descubrirla hay que perfeccionar la escucha a uno mismo, a los demás y a Dios.
- Seas creyente o ateo, se trata de dar un paso al frente con intención se servir a lo transpersonal, a algo mucho mayor que la pura individualidad.
- Todo ello adquiere sentido teniendo en el horizonte la creación de un Futuro Deseado que ha de ser una construcción colectiva, compartida, co-responsable, igualitaria, colaborativa...
Vivir la propia vocación es mi tema recurrente (casi obsesivo) desde hace más de cuatro años. Finalmente parece que estoy encajando algunas piezas del sofisticado puzzle en el que los humanos creemos mover algunas porciones de nuestra vida mientras Dios juega con nosotros a los dados. Dios, la Vida, la Intención... según las creencias de cada cual.
La búsqueda y hallazgo de la vocación profesional es el tema monográfico de una jornada que organizo en San Sebastián el domingo 16 de febrero 2014. Contaremos con la presencia de Eugenio Moliní, un profesional sueco-español que también lleva algunos años a la escucha de su propia llamada trans-personal. Más información sobre la jornada e inscripciones: azucenavega_coach@yahoo.es
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