jueves, 17 de mayo de 2018

Motivar el Cambio = Negociar la Recompensa



Las empresas me envían a sus mejores directivos. Aunque obtienen resultados que rozan la excelencia, las empresas quieren más de sus mánagers y -aún cuando no esté en juego el beneficio económico- la voracidad de las organizaciones no tiene fin. 

El caso es más, más, más... ¿para qué? ¿de qué? Más liderazgo, comunicación, empatía, escucha, pro-actividad, innovación... A veces tengo la sensación de que los propietarios de un negocio han metido la mano en un bazar del que sacan conceptos con la frivolidad de los sonrientes insectos de la fotografía. 

  



La propiedad fija por escrito un objetivo con unos indicadores que cuantifican el punto en el que se encuentra el profesional y el que anhelan tras un proceso de entrenamiento en el que la transpiración está asegurada.

Sudamos para acompasar la pulsión del directivo (su identidad, valores, carácter o momento existencial) con los anhelos trazados desde un despacho en la planta décima del Paseo de la Castellana(Madrid). Alineamiento. Le llaman alineamiento entre el profesional y la organización y aquí surge el dilema.

Las personas cambian ¡si quieren! y -alcanzada cierta posición y madurez- esta afirmación se torna radical: las personas cambian solo ¡si quieren! ¿Entonces? Hay dos opciones: la empresa puede presionar (anacrónico mecanismo de gestión empresarial) o puede incentivar (sistema contemporáneo de retención y desarrollo del talento). La presión solo tiene efectos negativos ya que un  profesional bien posicionado suele tener varias opciones laborales al alcance de la mano y, por lo tanto, no servirá como revulsivo. El incentivo puede funcionar siempre que al directivo le compense el cambio que ha de realizar. Ya saben, el cuento del palo y la zanahoria... 



Incluso bajo presión,
las personas cambian ¡si quieren!


Sería conveniente que -antes de embarcar a sus mejores directivos en un proceso de entrenamiento- las organizaciones calibrasen cuál es su verdadero "margen de maniobra" para incentivar de una manera eficaz a sus profesionales. Entiendo por eficaz ¡que funcione! lo que precisa una conexión real con las motivaciones específicas de cada individuo: clima laboral, dinero, reconocimiento, aprendizaje, prestigio, formación, tiempo, flexibilidad...

En síntesis: los profesionales cambian ¡si quieren! especialmente si no temen el despido y cuentan con opciones. La manera de propiciar el cambio pasa necesariamente por negociar, un verbo que no siempre está en el imaginario empresarial.


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