sábado, 12 de mayo de 2018

El tiralíneas del universo



La última vez que comí con Ana Belén Juaristi era vicepresidenta de Confebask y Adegi así como gerente de Engranajes Juaristi, empresa familiar radicada en Zarauz (Guipúzcoa). Por aquel entonces ella leía con frecuencia este blog y en la sobremesa me pregunto por qué escribía. No recuerdo la totalidad de nuestra conversación, solo que en algún momento le dije que para mi escribir es respirar. Querrás decir "expresar", me corrigió ella. No, no, Ana Belén -repetí yo- para mi escribir es respirar... 




Respiro a bocanadas hacia el puntal de Pasajes Donibane con cuidado de no pisar los caracoles amarillos que pueblan el sendero embarrado por la lluvia. A ratos el viento me obliga a cerrar el paraguas y ponerme el viejo gorro de lana sin perder la atención de mis pisadas (ya que algunos caracoles son tan pequeños como la mitad de la uña de mi dedo meñique). 

Escribo a chorro (respiro a bocanadas) mientras recuerdo a Pablo Neruda: "... gracias a la escritura las obsesiones que nos agobian pueden convertirse en un hecho estético...". 

Entre maleza, viento, lluvia, barro y caracoles repaso las aventuras de la última semana que parecen trazadas por un invisible tiralíneas que se ocupa de mantener el equilibrio de mi existencia: el martes perdí un cliente industrial a pesar de haber cumplido los objetivos del encargo y obtenido un nueve en el índice de satisfacción. Me ha costado integrar la complejidad de hechos, matices, ideas, valores, proyecciones, errores y aciertos de un año de trabajo en una fábrica donde he aprendido, disfrutado, compartido mientras era fiel a mis sueños de cambio en las organizaciones. Decía José Luis Borges que un hombre que es fiel a sus sueños es una persona ética, y nada me libera más del plomo que la defensa de los valores sin los que mi trabajo y yo nos somos nada. Nada.

El caso es que el viernes tenía un nuevo encargo -en este caso de un prestigioso centro de investigación que desea entrenar a sus profesionales en el bellos arte de crear equipos de trabajo. Y aunque un clavo no saca otro clavo, agradezco al tiralíneas del universo que en la misma semana haya equilibrado la cuenta de pérdidas y ganancias. Ahora toca convertirse en hija de los dioses para practicar el adagio de "divertirse trabajando" (Ray Bradbury). Respiro. Escribo. Sonrío.



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