viernes, 4 de mayo de 2018

Los ricos ¡también lloran!


No consuela, pero... ¡los ricos también lloran! como decía el título de una serie de televisión de los años noventa. Y -aunque no consuela- hoy he llegado a casa especialmente contenta de no tener que preocuparme por la custodia de mis propiedades mundanas: voy ligera de equipaje como los hijos de la mar, y vivo con orgullo mi austeridad.

Cierto es que por razones laborales me relaciono con personas de perfil económico medio-alto. Les ayudo a reflexionar, escucho, pregunto, apoyo, sostengo, acompaño, desafío, propicio bromas, recojo emociones y así, juntos, avanzamos en la dirección de los objetivos que anhelan.

Mis clientes son de una fidelidad grandiosa al punto de atronar el firmamento: algunos están conmigo desde el año 2002 trabajando diversos aspectos de sus empresas y logrando los objetivos que perseguimos con la fiereza de un perro de presa. Una de las empresarias históricas (que ha llegado a ser una amiga) atraviesa un momento dulce que vive como un infierno: la venta de su saneada empresa familiar (segunda generación) a un grupo internacional que opera en España, Francia y China. 

Esta tarde hemos tomando un café en la terraza del club de tenis de nuestro barrio (Ondarreta, San Sebastian). El encuentro ha durado hora y media y les aseguro que he escuchado más de veinte veces la palabra ebitda (earnings before interes and taxes depreciations amortization), algo de lo que ella no había oído hablar hasta hace unos meses, cuando comenzó el coqueteo con el grupo internacional...



El caso es que los ricos también lloran porque ahora ha de cubrir las expectativas ebitda de los compradores cuya apetitosa oferta económica para hacerse con la empresa le convertirá en millonaria. La foto del momento es la siguiente: duerme mal, tiene contracturas en la espalda provocadas por estrés, se pasa el día en bufetes de abogados de 350 euros/hora y está pendiente de su smartphone como si  respirase a través del WhatsApp. Nunca la he visto tan desencajada... mañana volveremos a charlar y me volcaré en que sienta mi cercanía, apoyo y lucidez en la búsqueda de soluciones creativas a un momento que -como diría mi madre- se caracteriza por el slogan: business is business!


2 comentarios:

ELI dijo...

¿ Y por que no ?
La venta tambien es un momento delicado !!!
Dudas, miedo, incertidumbre, cambio de ciclo.....

Azucena Vega Amuchástegui dijo...

otalmente de acuerdo, Eli. Todo momento de cambio -aunque sea deseado y positivo- conlleva zozobra e incertidumbre... Muchos asalariados tienden a pensar que una potente posición económica y social protege del dolor. La paradoja es que no: los ricos también sienten, padecen y -como todos- están sometidos a vaivenes, disgustos y vulnerabilidad. Gracias por asomarte al blog, Eli. ¡Un lujo!