jueves, 24 de mayo de 2018

Mujeres que corren con lobos


El caos crece a mi alrededor en forma de libros, revistas, recortes, cuadernos, pinceles, acuarelas, plantas y piedras que ocupan todo el espacio de la mesa donde el ordenador parece un fósil -aunque se calienta y respira como un animal cuando lo utilizo durante mucho tiempo-. Caos y creatividad avanzan en paralelo desde hace unos días y yo sigo la huella hacia un espacio y un tiempo que desconozco y sin embargo me aguarda.

Un punto salvaje se ha desatado en mí y me mantiene creando desde las seis de la mañana hasta la media noche y -si fuera una loba- aullaría de contento.

Dentro de tres meses cumpliré sesenta años. El tiempo se acaba y con él las posibilidades de alcanzar algunos sueños creativos a los que no renuncio. Y como no renuncio corro, corro con lobos, como Clarissa Pinkola Estés, la analista junguiana cuyo libro vino a mí en sueños y he retomado de la biblioteca donde estaba desde que lo leí por primera vez en 1999.




En el epicentro de mis actividades creativas están Zaragoza, Bilbao y Granada, ciudades en las que facilitaré actividades en junio. Así que me aferro al ordenador fósil que respira y se calienta con el paso de las horas y actualizo mi manual de equipos. El capítulo dedicado a la comunicación me fascina y lo amplio con frecuencia. Hoy añado un párrafo dedicado a la escucha que surge de la página 34 del libro de Clarissa: "... Los antiguos anatomistas decían que el nervio auditivo se dividía en tres o más caminos en el interior del cerebro. De ello deducían que el oído podía escuchar a tres niveles distintos. Un camino estaba destinado a las conversaciones mundanas. El segundo para adquirir erudición y apreciar el arte. Y el tercero permitía que el alma oyera consejos que pudieran servirle de guía y adquiriera sabiduría durante su permanencia en la tierra.

Bajo a la playa de casa. Me descalzo y sumerjo en el mar frío y vigoroso donde observo las gaviotas. Escucho la espuma cuando rompe la ola y un perro que juega con su dueño. Escucho mi conexión con la sal, la arena, las algas, los peces, el agua... Escucho mis intrépidas ganas de crear y, mientras tanto, la marea alcanza mis sandalias y el vestido rojo que me compré ayer en un arrebato de contento porque si fuera loba ¡aullaría!    


No hay comentarios: