viernes, 23 de agosto de 2019

Doble mirada: el gran cuadro y los detalles



Entre quienes me conocen tengo fama de dura.  Este verano sin embargo afino mi "sensibilidad emocional" a base de una dieta de bienestar personal, descanso, mimos, caprichos, cultivo de algunos hobbies largamente abandonados y cercanía de mi hija. Consciente de las necesidades vitamínicas de mi alma, no siempre puedo atenderlas (o eso creo) si bien este otoño intentaré mantener al menos una "reserva" cuando me incorpore a la actividad laboral.

Leo Think like an artist -escrito por Will Gompertz (ex-directivo de la Tate) y editado por Penguin- un minucioso análisis de los procesos creativos de los grandes genios del arte (sobre todo pintores) en los que el autor está especializado. Aunque a ratos el libro se hace un poco cuesta arriba persisto porque la edición inglesa me ayuda al flujo mental en el idioma en el que vive y trabaja mi hija y en el que me desenvuelvo cuando le visito (Londres). La lectura de Think like an artist se vuelve una actividad práctica por el mero hecho de fortalecer mi inglés al mismo tiempo que encuentro de utilidad algunas reflexiones que Gompertz (editor de arte de la BBC) aplica a la pintura y yo extrapolo a la empresa.




"Para ser creativo conviene volcar foco y pasión en tu actividad, así como manejar con soltura luces y sombras" que en el ámbito empresarial podemos traducir como éxitos y fracasos, amenazas y oportunidades...

"Además una obra maestra se concibe primero en la cabeza del artista y después se plasma en el lienzo". Una vez más adquiere sentido esa pequeña frase que tanto me gusta: creer para crear (nuevas realidades). Dice el experto que el artista ha de mantener una doble mirada: por un lado ha de tener la perspectiva de la totalidad del cuadro (big picture) y por otro ha de concentrarse en mil detalles. Bajo el enfoque sistémico de las empresas ha de prevalecer la visión de la totalidad al mismo tiempo que se cuidan los infinitos detalles que emergen de la complejidad: personas, procesos, clientes, proveedores, materias primas, inmuebles, inversiones... Quizá el pequeño libro de Gompertz merezca que un poco de cariño ya que anima a cultivar la "sensibilidad emocional" que precisan los detalles ¡también en la empresa!



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