sábado, 3 de agosto de 2019

La pantalla grande ¿amplia el mundo?



Relato de verano. Mi familia quiere regalarme un iMac (Apple), así que hoy hemos peregrinado nueve kilómetros a pie al centro de la ciudad para visitar dos tiendas frías, feas y tecnológicas que ofrecen los últimos modelos. El teclado me ha parecido muy plano (cada vez se aleja más de la máquina de escribir Underwood que utilicé en los años noventa cuyas letras había que golpear para que tatuasen el papel).




La pantalla del iMac es muy grande y mi hija dice que aporta libertad. Las dos pensamos que es una herramientas de trabajo: no más, no menos. Yo intuyo que expandirá el espacio de mi mente. En casa consideran que lo necesito ¡ya mismo! Yo no estoy convencida.

Por la tarde hacemos una búsqueda on line para contrastar precios que oscilan unos 300 euros arriba-abajo y acabamos de perder una ganga en El Corte Inglés donde los ordenadores-rosquilla han desparecido bajo demanda de consumidores golosos y avezados.

Creo que me haré a la pantalla grande, al teclado plano y al cierre del programa desde la izquierda. Y será una gozada si es más rápido que el denso (y sobrecargado) ordenador que utilizo desde hace ocho años. Por cierto, no sé qué haré con el viejo una vez que lo vacíe ¿venderlo? ¿regalarlo? ¿tirarlo? ¿reciclarlo? No sé. Bueno... todavía está vivo, entero, entre nosotros hasta que tenga sustituto. Mac. Mac. Mac. Bip. Bip. Bip. 



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