sábado, 10 de agosto de 2019

El horizonte 2032



Relato de verano. Como el yudoca rompe un ladrillo de un golpe certero, Tony Robbins ha desintegrado mi auto imagen, lo que incrementa el desconcierto estival.




El canon señala las diez mil horas de ejercicio profesional como el umbral para ser considerado un experto en cualquier materia: ingeniería, abogacía, ortodoncia... también en coaching o entrenamiento a líderes y equipos empresariales. Alcanzadas las doce mil horas dejé de acumular fichas de sesiones en el despacho de San Sebastián: la montaña de papel alcanzaba el metro y medio, semejante  cantidad superaba las exigencias de todas las certificaciones internacionales y cumplimentar una ficha técnica tras cada sesión ya no aportaba al proceso, al cliente ni a mí. Finito. Stop. Dejé de hacerlo. 

Por aquel entonces (2016) Sir John Whitmore me confirmó que en Europa existían pocos coaches certificados que hubiesen trabajado tantas horas entrenando a profesionales y equipos. Me sentí orgullosa y continué con mi oficio. 

Dejé de contar horas y de acumular papel pero seguí trabajando con intensidad. En 2019 desconozco el número de horas llevaré en esta profesión pero hasta hoy me sentía una experta en la materia.  Hasta hoy, jornada en la que Tony Robbins ha destrozado mi auto imagen ya que afirma que para ser considerado un experto hay que practicar al menos treinta años tu oficio. ¡Treinta años!

Comencé en el 2002, sumo treinta años y me pregunto si la vida me alcanzará hasta el 2032. Después me voy a la playa: al menos el horizonte sigue al fondo del Cantábrico y consuela porque en verano pierdo algunas coordenadas que me orientan: sin horario ni clientes, sin obligaciones ni rutinas, sin cansancio... Lanzo mi pupila a la línea del horizonte y me pregunto si los barcos caerán del otro lado... Recojo mis bártulos y vuelvo a casa desorientada: hasta el año 2032 no seré considerada una experta por Tony Robbins. Huggg.





No hay comentarios: