lunes, 19 de agosto de 2019

Patinete en la oficina ¿eficiencia o cosmética?



Relato de verano. Londres. Una clienta comenzará a trabajar en septiembre en una compañía con sede central en Palo Alto, Estados Unidos. La barrera de entrada es tan alta que ha pasado catorce entrevistas con varios departamentos, equipos y responsables con los que trabajará en las diversas sedes de la empresa en las principales capitales europeas. Durante las semanas que ha durado el proceso de selección hemos mantenido muchas conversaciones telefónicas y estos días en persona en la capital británica. Por lo que comparte, la empresa tiene el avanzado modelo de gestión propio de las BigTech. Hemos hablado mucho de los pros y contras de estas compañías antes de aceptar la  propuesta que le han hecho. 





La cuidadosa selección parece responder al conocido principio de management según el cual "el la empresa, los problemas y las soluciones entran por la puerta de contratación". 

La empresa californiana integra en su plantilla a profesionales que practiquen el multitasking, trabajen duro en entornos diversos, complejos y cambiantes, sean autónomas en la toma de decisiones y se coordinen a la perfección con la totalidad de la pirámide productiva. Si hubiera que hacer un titular podríamos decir que contratan personas altamente capacitadas y creativas. 

La búsqueda de resultados extraordinarios moviliza la totalidad de la estructura lo que incluye el diseño de los espacios: amplios, abiertos, versátiles, coloristas...  Pongamos un ejemplo: cada planta del edificio central de la compañía en Londres posee un parking de patinetes como el que transporto yo misma en la fotografía. El fin que se anhela es claro: que los profesionales vayan contentos a trabajar, que estrujen sus neuronas en la búsqueda de las mejores soluciones a problemas emergentes, que se relacionen y comuniquen entre sí... Mi clienta está fascinada con el parking de patinetes y otras chucherías cuya eficiencia está siendo cuestionada por la Universidad de Harvard. Dos investigadores acaban de publicar un informe titulado "El impacto del espacio de trabajo abierto sobre la colaboración humana" del que se hace eco el artículo publicado por El País Retina. 

Sin duda los espacios polifónicos propician estados de flujo y la ausencia de muros fomenta la conectividad, la polinización de ideas, el fortalecimiento del cerebro social y la inteligencia colectiva pero... a costa de la también necesaria concentración. Quizá lo que funciona en Apple no lo hace en Ferrovial o lo que es inherente a las BigTech no se puede extrapolar a las empresas constructoras...

Personalmente me quedo con la sabiduría de Angélica Sátiro cuyo vídeo recomiendo: la magia de la creatividad comienza en el espacio interior (que hay que entrenar) fortaleciendo la confianza en nuestras capacidades, alentando el coraje de ser y pensar diferente y actuando en el mundo (espacio exterior) en busca de un bien transpersonal que tal vez no viaje en patinete.


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