sábado, 11 de abril de 2020

Reflexiones en Cautiverio



Casi todos los días comparto en redes sociales alguna reflexión. Recopilo nueve publicaciones: la última de la primera serie (iniciada el 16 de marzo 2020) y todas las de la segunda serie (iniciada el 30 de marzo 2020). 

Día catorce. Domingo 29. Mi reflexión de hoy. Junto al container de reciclaje he visto un triciclo, una pila de novelas, una bolsa de ropa, una mesilla en buen estado y unas macetas... ¿Por qué acumulamos tantas cosas en nuestras casas, garajes y trasteros? ¿Qué nos lleva a comprar más cosas de las que necesitamos? ¿Dejaremos de hacerlo tras la pandemia?

Día menos uno. Lunes 30. La cuenta atrás. Me alegraba la llegada de los clientes al despacho, así que siempre nos dábamos un abrazo. Temo que esta pandemia acabe con ese bello gesto de acogida. Hace una semana comencé a practicar el saludo japonés: junto las manos en el pecho y bajo la cabeza. Cada vez que me cruzo con alguien en el pasillo de casa... practicamos. ¡No es lo mismo!

Día menos cuatro. Jueves 2 de abril. La cuenta atrás. He vuelto a escuchar-disfrutar radio clásica (RNE). Quietita en el salón de casa -algo que no hacía nunca- he descubierto que dos pájaros viven en uno de los árboles de la terraza: muy tiernos y frágiles los gorrioncillos. Tan cerca-tan-lejos de todo en mi alocada vida anterior.


Día menos siete. Domingo 5. La cuenta atrás. Llevo bien el aislamiento social pero hay algo que me inquieta: desde hace tres semanas no consigo terminar el crucigrama del dominical -algo que lograba con facilidad antes del confinamiento-. Aunque mantengo mi actividad laboral, leo y escribo, creo que me falta la "polinización" de la diversidad: otras risas, otros cerebros... A falta de "nutrientes" el crucigrama no sale. ¿Preocupante? ¡Curioso!

Día menos nueve. Martes 7. La cuenta atrás. ¿Cómo explicar a los niños que cuando vuelvan al colegio no podrán abalanzarse encima de los compañeros en pugna por un balón, ni compartir las plastilinas, ni dar un beso a su profesora? ¿Qué tipo de argumentos -que no generen trauma- vamos a contarles? Aunque soy una optimista radical y busco esperanza en cada brizna de hierba, cada día me inquieta un poco más el impacto psicológico que dejará en nosotros todo esto.

Día menos diez. Miércoles 8. La cuenta atrás. Todas las mañanas hago gimnasia en el salón y termino la serie de ejercicios con un poco de meditación. Hoy me he ido mentalmente a la playa y he paseado descalza... curiosamente no dejaba huellas. ¡Paradojas! 


Día menos once. Jueves 9. La cuenta atrás. Mis vecinos -un matrimonio con dos niños pequeños- son rigurosos con el confinamiento: uno de ellos sale una vez a la semana a realizar una gran compra, hacen bizcocho casero con los peques, les dejan colgar la ropa con pinzas de colores y acompañan en las tareas escolares. Los adultos (una pareja entrañable y bien avenida) han comenzado a discutir casi todos los días. Soy testigo de que se les están rompiendo los nervios... La salud física es importante ¿y la psicológico-emocional? ¡Somos humanos enjaulados como alimañas!

Día menos doce. Viernes 10. La cuenta atrás. Nos hemos quedado sin levadura, así que no podemos hacer pan. He salido a comprar y en todo el recorrido -e incluso en la cola de acceso a la panadería- sólo había hombres... Durante la pandemia los hombres recuperan el instinto de la etapa en la que salían a cazar el mamut dejando a los suyos al cobijo de la cueva. Heroicos... y me ha dado por reír justo cuando la panadera me ha preguntado qué quería...

Día menos trece. Sábado 11. La cuenta atrás. Thomas Hobbes dejó dicho en el siglo XVII que "el hombre es un lobo para el hombre". Siendo una dura afirmación ahora me parece una nimiedad. Observo que nos separamos en las aceras, nos distanciamos en la cola del supermercado, evitamos hablar con los vecinos... Ante la pandemia, el hombre siente como un apestado a otro hombre... ¡cielo santo! esto está yendo demasiado lejos...


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