lunes, 19 de septiembre de 2011

¿Cuánto dura una pompa de jabón?

No aseguro el logro de los sueños.
No vendo peines ni atrapo mariposas.

Tampoco sé cuánto dura una pompa de jabón.
Aunque me fascina su efímera fragilidad.

Una sonrisa es una sonrisa, no una mueca perversa.
Un amigo es alguien que no exige.
Y un amante alguien que te espera.

Cuando estoy enfadada con el mundo se que hay algo que arreglar en mí. Cuando el tiempo se fuga, seguramente he conectado con mi vocación. Cuando lloro -aunque me pongo fea- se que piso un territorio sagrado. Ante el halago desconfío: con anterioridad el maquillaje llegó a descomponerse. Cuando escribo me desnudo y contemplo el teclado como el heroinómano mira la jeringa.

Esto no es una rosa, no es una rosa, no es una rosa, ni un poema, ni un haiku. No es nada: un día que amanece, en el despacho del paisito, al norte. Escucho los enjaulados pájaros del patio y miro la orquídea que no acaba de florecer.


Comienza la jornada, y no pretendo que duren las pompas de jabón.

No hay comentarios: