jueves, 8 de septiembre de 2011

La erótica del poder

El comité de dirección se ha reunido a las 9.30 en la sala de juntas. Tras el verano, con el músculo aún flojo, una veintena de profesionales de élite escucha al auténtico director general. El auténtico porque -aunque la multinacional tiene cuatro divisiones y otros tantos DG- aquí todo el mundo sabe quién manda, incluso yo -que soy externa-. De hecho, la sobre-actuación de este DG lastra la toma de decisiones hasta el punto de que la exploración de un proyecto iniciado en febrero, aprobado en marzo, y apalabrado en abril, puede arrancar ¡Dios nos oiga! en octubre. Eso sí, del mismo año.

El hiper control del auténtico DG es un cuello de botella en el avance del más nimio asunto organizacional. Y, aunque éste DG es un profesional realmente valioso, la sobredosis de virtudes se aproxima peligrosamente al precipicio de la incompetencia. (Tendré que hacérselo ver cuando los entrenamientos avancen y el mutuo nivel de confianza pueda amortiguar semejante desafío).

Ni que decir tiene que nadie tose en presencia del auténtico DG, ¿miedo? ¿impotencia? ¿inseguridad? ¿incapacidad? Podré averiguarlo cuando "entre" en la organización lo cual -como les digo- puede ocurrir con un poco de suerte ¡en octubre 2011!

Son las once y siguen a puerta cerrada. Según el orden del día mi intervención se producirá entorno a las 11.30. Cierto nerviosismo mosdisquea mi talón derecho que llega a dolerme por tensión. He de dirigirme a la cúpula y transmitirles qué haremos durante un año para que su mediocre liderazgo se transforme en una brillante seña de identidad que alumbre el firmamento incluso en los foros internacionales en los que participan investigando exóticos temas medio-ambientales. La primera cita que tienen es Chicago... Retomo: se me ha adjudicado una hora para hablar de liderazgo y (como pueden imaginar) a media hora del discurso -además de pintarme los labios- tengo claro el mensaje. Sin embargo, aquí, entre ustedes y yo, voy explayar el nervio mientras paseo arriba-abajo por el ancho pasillo con vistas al Tividabo.

Cabe preguntarse qué entendemos por liderazgo, quién define ese concepto, quién lo acata, qué conocimientos, experiencias o madurez tiene el que la impone ¿la impone o la construye? ¿entre quiénes? ¿por qué esos y no otros? Liderar en femenino, liderar horizontal, verticalmente, liderar sin líder, liderar la propia vida, la carrera profesional, el equipo... ¿sigo? Nooo, acaban de abrir la puerta. Hay un silencio denso. Subo al estrado. El DG me presenta y comienzo con el dardo de la palabra. En la primera fila, por encima de las gafas, el auténtico DG, me mira. Su rostro -opaco como un corcho- transmite un único mensaje: no te equivoques ¡aquí mando yo! Cuidadín. Después oigo los aplausos. Me hacen algunas preguntas. Bajo del estrado y él... Él ya no está.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Según lo leído, recomiendo un libro que es de lo más claro que ha caído en mis manos sobre liderazgo. Es directo y sencillo. Está escrito en el año 1700; se trata del Breviario de los Políticos del Cardenal Mazarino.