La complementariedad exige, a su vez, la aceptación de la diferencia, y la certeza de que "juntos podemos llegar más lejos".
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Cuentan que hubo un
tiempo en el que algunas personas eran capaces de entender el lenguaje de los
animales y de los objetos. Fue entonces cuando un desconocido escuchó la
extraña Asamblea en la Carpintería.
Las herramientas
habían decidido reunirse para arreglar sus diferencias. El martillo ocupó
presto la presidencia, pero la Asamblea le recordó rauda que debía renunciar a
ese puesto. ¿La causa? Se pasaba el tiempo golpeando…y, además ¡hacía demasiado
ruido!
El martillo aceptó
el reproche, pero pidió que también se le llamara la atención a la garlopa, que
hacía todo su trabajo en la superficie: nunca profundizaba en nada.
La garlopa aceptó a
su vez, pero pidió que expulsaran a los tornillos. Adujo que había que darles
muchas vueltas antes de que sirvieran para algo.
Los tornillos
aceptaron si también se expulsaba al papel de lija. Argumentaron que era muy
áspero en su trato y que siempre tenía fricciones con los demás. Y el papel de
lija estuvo de acuerdo, a condición de que le acompañase en la expulsión el
metro, que pasaba todo el tiempo midiendo a los demás, como si fuera el único
perfecto.
En ese momento
entró el carpintero, se puso el delantal y se colocó ante el banco para iniciar
su trabajo. Utilizó el martillo, la garlopa, el papel de lija, el metro, los
tornillos…Finalmente, unas toscas maderas se transformaron en un hermoso instrumento musical.
Cuando el
carpintero finalizó su jornada y la carpintería quedó en silencio, la Asamblea
reanudó su deliberación. Entonces tomó la palabra el serrucho, y
dijo:
“Señores, ha
quedado demostrado que tenemos muchos defectos, pero el carpintero trabaja con
nuestras cualidades. Esto es lo que nos hace valiosos. Así que concentrémonos
en la utilidad de nuestros puntos buenos”.
La Asamblea
percibió entonces que el martillo era fuerte y contundente, y la garlopa suave,
eficaz. Se dieron cuenta que el tornillo tenía habilidad para unir y dar
fuerza; y el papel de lija era especial para afinar situaciones y limar
asperezas. Observaron que el metro era preciso y exacto…
Tomaron conciencia
de que formaban un equipo capaz de ayudar a producir muebles, puertas,
ventanas…de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y, también, de
poder trabajar juntos para desarrollarlas.
(*) De octubre 2012 a junio 2013, un sábado al mes.
Más información: nuriacerrillo@hotmail.com
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