lunes, 20 de mayo de 2013

El cerebro es un simulador, un farsante


Ayer un chef al que admiro y quiero mucho me dijo que me encontraba tan apetecible como una coliflor biológica. Lo dijo de una tirada, sin inmutarse, y con la mirada serena y directa que le caracteriza. Ni pizca de sal ni mala gaita: inocencia en estado puro. 

Dado que es un hombre lleno de sentido común, de conciencia ecológica, y de sensibilidad ante los manjares sencillos de la mesa, lo acepte como un piropo. Inusual, ciertamente, pero al fin y al cabo un piropo.


La felicidad es un sitio que podemos visitar... 
pero no quedarnos allí

Más tarde se lo conté a una amiga y nos reímos hasta que nos dolieron los carrillos. Ya en casa, a la hora de acostarme, retomé el libro que estos días me atormenta: Tropezar con la felicidad, escrito por Daniel Gilbert, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, exitoso conferenciante y escritor. Puesto que aún no he terminado su lectura y anotaciones, no sería justo sacrificarlo en la hoguera, si bien reconoceré que me está costando avanzar por unas páginas que reiteran la hipótesis de Gilbert según la cual nuestro cerebro es un "simulador" de pensamientos, emociones y sensaciones, casi un farsante.

A partir de las memorias activas del pasado, de nuestra biografía, formación, valores, creencias y un largo y complejo etc. nuestro cerebro "simula", imagina, fantasea y completa la experiencia hasta hacernos creer que es real lo que no lo es: yo no soy una coliflor ecológica, ustedes no son los lectores del blog, y lo que tengo entre las manos no es el libro del reputado profesor de Harvard. En fin... 


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