miércoles, 24 de julio de 2013

Rozar el viento ¡y contarlo!


Acabo de cerrar el segundo bote de mermelada de ciruela roja cocinado esta tarde calurosa. Se trata de mi primer experimento de confitura siguiendo las indicaciones de mi hija. ¡Tiene gracia! el mundo al revés: la joven inspira a la anciana... y aunque me he saltado alguna de sus indicaciones -me he pasado con el azúcar y el tiempo de coccíón- ¡ha quedado deliciosa! Doy la última lengüetada a la cuchara de madera y pongo los dos botes boca abajo para que se haga el vacío. Por último recorto unos trozos de tela, les pongo una goma elástica alrededor y ¡ya está! 

True heart

True Heart

En los últimos tres días laborales me he permitido dos siestas. Tras el desconcierto inicial por mi laxitud, concluyo que una parte de mí está en "modo vacaciones", mientras la otra se afana en plantar semillas cuyos frutos llegarán en el otoño-invierno 2013: son proyectos que se gestan como la mermelada, a fuego lento, y hay uno que me tiene loca, entusiasmada, ya que resulta una fusión de lo mejor de mis treinta años profesionales The Art of Talking.

Preparando esas semillas me concedo espacio y tiempo a pesar de que el "censor interno" me acusa de vaguear y me atormenta al grito de ¡más madera, pequeño saltamontes

Otorgarse tiempo y espacio es la manera de conectar con las propias ideas germinales y de desplegar las "alas de la expresividad" como aprendí -en los años noventa- con la escritora norteamericana Natalie_Goldberg (en la fotografía). Goldberg integra el zen, la escritura, la meditación y la vida como un todo en cuya practica cotidiana se encuentra un sentido trascendente. Pocos de sus libros están traducidos al castellano, pero El gozo de escribir es una joya.


Reconozco que en los últimos meses he corrido como un caballo desbocado para alcanzar el viento que no siempre ha soplado a mi favor. Y aunque no ha conseguido descabalgarme del propósito de liderar mi vida y mi negocio, me ha vapuleado sin contemplaciones. 

Conocida como una persona vehemente en la argumentación de mis valores y creencias profesionales, algunas de mis intervenciones públicas han levantado ampollas entre colegas. En una conferencia un catedrático me tildó de kamikaze (con cierta dosis de cariño). Tras la lectura del post  Pocas Nueces una consultora a la que aprecio me acusó (en privado) de punkie. ¿Punkie? Tan sólo vierto mi opinión ante los hechos y expreso mi sentir en un ejercicio sincero de True Heart (ilustración de caligrafía japonesa que aparece en la primera ilustración)... 

Con Natalie Goldberg apuntalo la certeza de que la expresión de lo que genuinamente pensamos / sentimos / soñamos nos hace libres y gozosos. -Probablemente también exitosos, aunque ella no incluye esta variable en su discurso-. De eso va el taller que preparo con primor: un curso de comunicación en un sentido pleno, de conversaciones uno a uno y en los equipos, en la vida profesional y personal. Oralmente y por escrito. Conversaciones con uno mismo, con los demás y con Dios. Esto me lleva a Katagiri Roshi, el profesor zen de Natalie Goldberg a quien resulta interesante investigar (en la fotografía inferior).


No hemos de empequeñecernos 
para complacer a los enanos.

La sinceridad es importante
para que las cosas funcionen.

Los pájaros escriben en el aire
mensajes que nadie sabe descifrar.


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