sábado, 28 de marzo de 2015

Agenda apretada con paréntesis ¡para flotar!


Siempre hay momentos en los que flotar, instantes en los que soltar el rol mundano que te toca asumir -entrenadora, conferenciante, mentora o docente- para subir al tobogán y resbalar al encuentro del territorio fértil al que te lleva la curiosidad. ¡Pura curiosidad como manera de ser y estar en el mundo!

Y cuanto más apretada está la agenda -y más exigente el proyecto en el que estoy inmersa- con más tesón instalo el tobogán en cualquier sitio para dedicarme sencillamente a respirar y observar. 

La observación es algo que disfruto cada vez más. Como dice mi amiga Antia, observación de lo que es, como la naturaleza, que se muestra desnuda y sin pretensiones.




Ayer tuve una de esas jornadas de agenda prieta y alta exigencia con un puñado de directivos ávidos de mejora de habilidades y competencias de liderazgo en la creencia de que pueden obtener mejores resultados al frente sus equipos.

Al mediodía me escapé con sigilo para refrescar mi mente y alimentar mi cuerpo y me acerqué a la Casa del Libro donde las dependientas me dejan revolver a mis anchas. Después de husmear a fondo la sección de empresa -y de comprobar que tengo casi todos los libros que pueblan las estanterías de mi sector y periféricos-, topé con la zona de poesía que siempre es una vitamina para el alma. Cogí algunos volúmenes... y me senté con ellos junto a la cafetera donde me hice un capuchino. Aunque disponía de poco tiempo me alcanzó para oler el libro de Carlos Miguel Cortés, palpar sus páginas e incluso leer la contraportada donde el escritor de Salamanca (1987) explica el curioso concepto intranerso.





Dos horas después de haber salido con sigilo de la sala de reuniones volví renovada y con una sonrisa pilla que nadie capturó. Yo había pasado un rato fabuloso a coste cero (ya que finalmente no compré ningún libro) e incorporado a mi acervo cultural un nuevo término: intranerso, o rincón interior en el que guardamos nuestro universo personal, no dejamos entrar a cualquiera, y no sabemos si se encuentra en la cabeza o el corazón ?!




La tarde alcanzó la noche y casi al término de la jornada propicié un debate sobre una de las lecturas recomendadas: la investigación de tendencias empresariales y de liderazgo realizada por Odgersberndtson entre trescientas empresas de dieciséis subsectores para el horizonte 2015-2020. La lectura del informe completo exige una dedicación de casi tres horas -lápiz en mano- que merece la pena invertir por la calidad, el rigor y la visión innovadora de sus propuestas. Ahora bien, lo que más "juego" dio al debate fue el desequilibrio-sobrecarga que la mayoría de los profesionales confesó por exceso de dedicación al trabajo anulando casi por completo el ocio, el auto-cuidado, las aficiones y en general el lúdico acto de tirarse por el tobogán para flotar soltando el rol mundano y dejándose llevar por la curiosidad para ser-estar, respirar, observar y ¡¡disfrutar!! 

Los más lectores aludieron al séptimo hábito de las personas altamente eficaces (Stephen Covey) que el ya fallecido gurú del management denominaba "pararse a afilar la sierra". Los lideres se lo llevaron como tarea porque la vida es algo más que una lista de tareas y cada uno lo practicará a su modo, estilo y manera pero quedó claro que la afirmación de "no tengo tiempo" es sencilla y perversamente ¡un auto-engaño! porque siempre sacamos tiempo para aquello que realmente nos importa. ¡Cuestión de prioridades! que también dejó escrito el sabio Covey. Continuará.




2 comentarios:

Antía López dijo...

Si mi querida amiga, vivir no es un asunto de ejecución de tareas. Vivir es ser capaz de traer nuestro intranerso tras haberlo visitado y así poder compartirlo, y lograr dar frutos (disfrutar del proceso) de verdad, y no resultados (rendimiento del final). Doy fe de que eres una maestra en viajar del intranerso a los universos, tus oasis entre las cargas que son los que te permiten enseñar a flotar en el estado de ingravidez de los inexplorados intranersos, y mostrar la vía no lactea a todos lo que quieran dejar de ver la gravedad de sus esquilmados universos, tras la busca de un sentido que solo se puede encontrar reconociendo lo más natural: el Yo que habita detrás. Y si yo hubiera estado allí, habría capturado esa risa de pilla que adoro y que es la esencia de tu regreso, tras visitar tu intranerso(bella palabra). Un intrabrazo

Azucena Vega Amuchástegui dijo...

Glub, Antia... me siento apabullada por tu prosa poética y por la intensidad de tu aprecio -que quiero sentir como cariño-. Gracias por el eco gallego a las notas del intranerso de este lado de la pantalla.

Seguimos pedaleando por un mundo en el que materia e ingradivez se apoyen mutuamente, en lo práctico, en lo cotidiano... en la acción ¡acaso lo único que mueve la vida! Gracias.