miércoles, 20 de enero de 2016

Una pregunta es ¡la mitad de una respuesta!


El campesino ¿por qué agita el olivo? para obtener el preciado tesoro de las aceitunas, oro verde que más tarde comercializará en el mercado. 

¿Por qué agita Sócrates el árbol de la conciencia? para obtener el preciado tesoro de la verdad, esa luz con la que nacemos que se apaga -va apagando- con el trasiego mundano.


El actor Josep María Pau encarna a Sócrates 
en el teatro Arriaga de Bilbao. 


Descubrí a Sócrates con diecisiete años gracias a la profesora de filosofía que desplegaba su profundo conocimiento con tal pasión que contagiaba a las alumnas que tomábamos notas al vertiginoso ritmo de su verbo que -de vez en cuando- frenaba para preguntar si teníamos alguna pregunta. Por alguna razón (que no recuerdo) yo levantaba la mano con frecuencia y quería saber más del filósofo ateniense que cuatro siglos antes de Jesucristo lanzaba al mundo interrogantes de vigencia universal.

Preguntas. Preguntas abiertas. Preguntas incómodas para el poder. Preguntas que remueven los cimientos de la complacencia, del status quo, de las clases acomodadas, del porque sí, del porque no, de las convenciones, de los prejuicios. Socrates y la mayeútica socrática que me fascinó a los diecisiete años y que retomé a los cuarenta y cuatro como mentora senior de profesionales porque también agito el árbol de la consciencia en busca del preciado tesoro de la verdad, subjetiva y poliédrica pero verdad al fin y al cabo para cada uno de nosotros...


Una buena pregunta es la mitad de una respuesta


Siendo la mayeútica socrática la piedra filosofal de mi oficio, le adornan otras perlas: la psicología positiva (vinculada a Martin Seligman, de la Universidad de Pensilvania), la Indagación Apreciativa (vinculada a David Cooperrider), el enfoque sistémico (Gunthard Weber)) y -para quienes nos hemos especializado en el mundo empresarial- la teoría del management contemporáneo, es decir: la gestión óptima de las organizaciones productivas.

La semana pasada comencé un nuevo proyecto y salí inquieta de la empresa-cliente al constatar la absoluta primacía de la facturación sobre cualquier otro parámetro empresarial,  así como la ausencia de matices en las consideraciones planteadas en la sala de reuniones de la dirección. Durante el despliegue de los temas sentí que la tridimensionalidad de la tierra y sus colores quedaban limitados a una superficie plana en blanco y negro en la que las preguntas -las bellas preguntas que buscan el por qué y el para qué- incomodaban como la fina lluvia que azota a veces la bahía de San Sebastián.

Por un momento pensé en la cicuta, pero lo desestimé ¡al instante! porque trece años de oficio me han enseñado que las personas acaban apreciando el tesoro de la verdad. Así que seguiré agitando el árbol, el árbol de la consciencia ¡en busca de olivas-perlas-verdades imperfectas!


2 comentarios:

Lourdes Pozueta dijo...

Iba a comentarte en Linkedin pero te perdí…
Parece mentira que una persona llegue a estar en los puestos directivos para acabar prioizando la facturación tanto… Así están las cosas pero hemos de darles método para que Entender los procesos sea tan fácil como saber si sube o baja la facturación
Felicidades d nuevo por tus posts

Azucena Vega Amuchástegui dijo...


Mil gracias por asomarte al blog y dejar un comentario, Lourdes. Me resulta esperanzadora tu creencia de que con método (conocimiento, proceso...) relativizarán un poco la supremacía de la facturación y el beneficio. Parte de nuestro trabajo consiste en dejar semillas que propicien cambios de perspectiva, miradas nuevas... ¿no te parece? Un abrazo grande, Lourdes.