Acudo a pocos eventos sociales y -cuando lo hago- casi siempre tengo la sensación de perder el tiempo, lo que me enfada conmigo misma.
La sensación se produce cuando se habla mucho y dice poco; cuando se utilizan palabras huecas como cáscara de nuez, o cuando manejando conceptos interesantes se les vacía de contenido. La sensación de pérdida de tiempo se agudiza cuando salgo del evento sin haber aprendido nada. Nada relevante para mí.
Dado que vivo con la actitud del principiante, adoro incorporar aprendizajes frescos que alimenten mi curiosidad y esperanza. La búsqueda de conocimiento me mantiene todavía en algunos saraos como el de ayer, en Adegi, donde se presentó el libro: La burbuja del emprendimiento.
Organizado por el Foro de Emprendedores de la patronal guipuzcoana, el acto congregó a unas setenta y cinco personas (aforo completo de la sala) entre las 17.00 y las 19.00 horas. Tuvimos un moderador y tres ponentes de relevancia desigual siendo Javier García de Sintetia quien habló con mayor profundidad. ¿Profundidad? Sí, en mi opinión, la mayor o menor aportación de las personas depende de la profundidad de la que emergen sus palabras. Si aceptan como metáfora el submarino trataré de explicar el porqué.
La profundidad a la que viaja el submarino condiciona el descubrimiento de distintas realidades: desde las especies hasta los peligros, pasando por las necesidades tecnológicas y de combustible, o las competencias profesionales de los tripulantes.
Vivir, trabajar, analizar, escribir o hablar superficialmente condena el nivel de los hallazgos a la mediocridad, y no provoca cambios sustanciales en los sistemas ¡hace falta mayor profundidad!
Para que un profesional aporte profundidad es necesario un amplio conocimiento, una experiencia contrastada, cierta humildad, incansable búsqueda de la verdad oculta entre tinieblas marinas, contraste con la diversidad y -seamos honestos- inteligencia para realizar sinapsis que abran nuevos senderos neuronales.
En la presentación de La burbuja emprendedora hubo momentos de profundidad vinculados al economista Javier García quien se declaró un enamorado de la creación de regiones capaces de concentrar talento porque: "... la diferencia de una región a otra ya no es el hormigón y la tonelada, sino absorber ideas...". Ideas que -insisto- surgen de la profundidad.
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