Un amigo me pregunta qué tal mi experiencia de teletrabajo. Sabido es que una buena pregunta es la mitad de una respuesta, así que me siento agradecida a Joseba y le contesto por si pudiera resultar de interés a otros profesionales.
El trabajo en remoto comenzó el lunes día 16 de marzo y por lo tanto (en el momento de escribir esta reflexión) apenas han transcurrido doce días laborales -la muestra es pequeña para sacar conclusiones-: habrá que seguir observando para modular estas apreciaciones iniciales.
En lo cuantitativo, el novena por ciento del trabajo individual planificado se mantiene, ahora por videoconferencia. Por el contrario el trabajo con equipos directivos se ha anulado en un cincuenta por ciento de los casos, el resto ha operado con eficacia sobre diversas plataformas como Skype Empresarial, Bluejeans y Zoom. El gran impacto se ha producido en los encargos formativos que se han anulado sine die en su totalidad tanto si dependen de instituciones como de empresas privadas.
En lo cualitativo, por ahora se mantiene la conexión con el cliente. En cuanto al nivel de eficacia del trabajo realizado on line parece idéntico o superior (valoración de los clientes), lo que me ha parecido relevante.
La necesidad de acompañamiento entre sesiones mediante el envío de material adicional (artículos, vídeos, y libros de referencia) es mayor -quizá debido a la ingente información laboral-legal que emerge cada día y a que los clientes disponen de tiempo-. También observo que las personas tienen mucho "ruido interno" ante la pandemia y sus secuelas económico-financieras. De hecho, creo que durante la crisis los entrenadores empresariales hemos de sostener más y mejor a los clientes, aligerar sus cargas, apoyar y motivar ante escenarios amenazantes.
El confinamiento está provocando que algunos de mis clientes descubran a sus hijos y se den cuenta de lo poco que saben de ellos. Este tipo de confidencias no suelen producirse en las sesiones habituales donde ponen el foco exclusivamente en el negocio. Digamos que -como consecuencia de la reclusión- algunos profesionales están re-conectando consigo mismos y con su familia.
También observo que la digitalización ha venido para quedarse: o trabajas con soltura en diversas plataformas con documentos vivos (docs.google.com)... o desapareces del mercado por pura obsolescencia.
Finalmente se ha puesto en evidencia la fragilidad de las empresas ante situaciones inesperadas (no planificadas ni contempladas en los KPIs de riesgo), no solo por el impacto económico, sino por el caos en que se han visto sumergidas al carecer de protocolos para actuar en tiempos de crisis. Cuestiones tan lógicas como comunicar, coordinarse en remoto, hablar con los stakeholders, contemplar escenarios temporales diversos que eviten la rotura de caja o innovar en productos y servicios parecen estar fuera del paradigma con el que operan la mayoría de las organizaciones. Es un handicap enorme y una enorme oportunidad de mejora sobre la que trabajamos activamente porque en octubre del 2020 retorna la segunda ronda del virus. Es el tiempo con el que contamos para gestionar la crisis, salvar las empresas, liderar en remoto, aprender las lecciones del presente y construir un futuro esperanzador.
Artículo que aporta claves para gestionar en remoto pinchando aquí.
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