Ahora bien, mientras el tándem avanza por el "caminito" del logro (objetivo aparente) el Coach -si es un poco sabio y está atento- intuirá la quintaesencia del cliente (su máximo potencial profundo y sutil) viviéndose en paralelo un doble juego (o un juego doble) en el que la alerta permanente de la consciencia ha de mantenerse noche y día como un faro en altamar. En mi opinión, lo interesante va soterrado bajo lo evidente y cuando Coach y cliente alcanzan al unísono el mágico ¡aja! y descubren la grandeza trascedente del destino se produce un estallido de magia que nunca -fíjense nunca- está fuera sino dentro y nunca -fíjense que bruta que lo repito- nunca, depende de circunstancias ajenas sino propias.
Trabajé con una directiva cuyo objetivo era llegar al consejo de dirección de una gran corporación vasca, si bien lo que juntas descubrimos es que deseaba con toda su alma "salvar" a su familia de la penuria económica que ella misma había vivido durante su infancia por un rudo golpe del destino. Esta mujer luchadora consiguió su meta y está feliz por el cargo que pone en su tarjeta pero, sobre todo, porque siente que aporta un valor esencial a su familia: la seguridad-blindaje frente a la pobreza.
Decía Robert Louis Stevenson que la única meta en la vida es ser lo que somos, y convertirnos en lo que somos capaces de convertirnos. Grandeza en cada ser. El doble juego consiste por lo tanto en trabajar objetivos mundanos mientras se desarrolla la quintaesencia sagrada, espiritual y única. Minuto y veintinueve segundos. He cumplido. ¡¡Hagan juego!! Doble mejor que sencillo.
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