jueves, 2 de septiembre de 2010

Egos & Pobreza

Muy temprano esta mañana -cuando el rocío aún estaba depositado sobre las flores- he mantenido una conversación trascendente con el filósofo de Aite (bosque urbano de San Sebastián). El hombre estaba gris-tristón por el momento que atreviesa nuestro país, una especie de tormenta de arena que dificulta la lucidez y el hallazgo de salidas al final del tunel. Paseando entre hayas -durante un rato-, y sentados a la sombra de un roble más tarde, ha compartido una extraña fórmula que reproduzco:

E G O S = POBREZA

Veamos su explicación: E de empresarios ciegos de avaricia cuya deslocalización lleva los call centers y otras fuentes de negocio fuera de nuestro país propiciando el incremento del paro. Empresarios que se acuerdan de Santa Bárbara sólo cuando truena.

G de gobierno. Un gobierno con una visión micro que prioriza los intereses partidistas -para ocupar mullidos sillones- a los intereses colectivos. Poder, vanidad y ego por encima del ciudadano que les vota para servir. Parece que estuviéramos en elecciones permanentes (como los rotuladores Edding).

O de obreros. Hemos llegado a un punto en el que antes de firmar el contrato de entrada a una empresa se pregunta por las vacaciones, la posibilidad de conciliar, la formación pagada y la gestión de la carrera profesional. ¿Dará tiempo a trabajar en medio de este trasiego? Los obreros tenemos derechos recogidos en el Estatuto del Trabajador y en los convenios. También tenemos obligaciones. ¡Apostemos por la productividad en un país que tiene el índice más bajo de la Unión Europea!

S de Sindicatos. Los sindicatos padecen algún tipo de trastorno transitorio ya que desconocen el funcionamiento básico del sistema productivo en el que su desplome cae directamente -como una lluvia de estrellas- sobre nuestras mismísimas cabezas.

Quiero pensar que existen otras opciones: Empresarios que creen en proyectos compartidos y reman al unísono con sus trabajadores en las duras-maduras apostando por el producto nacional y la mano de obra nacional. Gobiernos que salvan los intereses colectivos en detrimento de las minorías privilegiadas y de sus poltronas. Obreros que apuestan por la productividad de nuestras fábricas y la calidad de nuestros productos. Sindicatos que hacen su papel sin reventar la economía comprendiendo el sinsentido de ordeñar una vaca que carece de ubre.

De este modo tal vez la fórmula de mi filósofo pudiera transformarse en: EGOS = PROSPERIDAD. Estoy segura de que entre todos ¡podemos!

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